El Dr. Vladimir Jekill y Mr. Vladimir Hyde

Para tener una aproximación a la verdad veo los programas de opinión en los diversos canales de TV. Así me entero de las malas andanzas, los abusos y las estupideces. De todos me llaman mucho más la atención los de los canales de la oposición, especialmente el de la MUD, Globoterror –ahora con frases dulces, pacíficas y cristianas, aunque aúpan la violencia y el terror–, ya que los entrevistadoras y entrevistadores, anclas o medio anclas, anclados en el mar del odio, desde la mañana hasta la noche son blandengues con sus copartidarios entrevistados y agresivos con los chavistas.

En análisis de las personalidades de los "periodistas de la verdad", poco profundos por no ser psicólogo, me fui al CASO de Vladimir a la hora que sea, porque nos llama demasiado la atención que siendo un hombre de extracción popular y de formación doctrinaria de izquierda, descendiente de luchadores sociales tenaces, responsables y consecuentes, por ende comunistas, de la política seria y combatiente, en unos años haya dado un vuelco de 180 grados.

La gente siempre opina que billete mata galán, o sea que mata hasta la manera de pensar. Dicen que cuando alguien con "bajo perfil social", que no ha tenido recursos por demás, solo viviendo del buen periodismo –cero palangre– pasa a estar en la palestra pública y devenga buen salario, cambia. Más con muchas prerrogativas como cuando se es diputado al Congreso Nacional y más aun llegando a codiciados cargos, como ocupar una alta representación diplomática, al cobrar en dólares y participar en agasajos consulares y reuniones con "diplomáticos" de otros países.

Es que la gente se contamina. Como será que cualquier hijo de vecino apenas alcanza una posición importante de gobierno, en el nivel que sea, se encierra en su despacho, contactarlo es complicado, comienza el tráfico de influencias y, algunos, hasta hacen sus negocitos clandestinos. Con sus excepciones, por supuesto.

Y los corruptores externos, contratistas los más, "tranquilo jefe, con ese sueldito que gana yo lo ayudo", y después, ya moralmente desvirgados, prácticos en esos trajines, cada vez que van a otorgar un contrato o al firmar un jugoso cheque, extienden su martilladora mano.

Por otra parte, y tampoco tiene que ver con CASO Vladi, ocurre con muchas personas que cuando no están en posiciones de poder son frecuentes en la habladera de pendejadas de los corruptos –de los gobiernos de antes y de ahora–, y que deben ser puestos presos, etc., pero que cuando llegan a posiciones donde los manejos económicos dependen de sus actuaciones y/o de sus firmas ahí empieza la tentación. Suelo compararlo –y hasta considerarlo un síndrome–, con el caso de los fanáticos a las corridas de toros, conocedores por demás y valientes con bota de brandy, que en la llamada Fiesta Brava y ven al torero frente a un de un potente animal de 500 kilos que arranca a toda velocidad con fuerza extrema, le con unos pases que no les parecen audaces, y cómodos, desde las gradas gritan: ¡Métele el pecho, métele el pecho!

De ahí la expresión: Es como ver los toros desde la barrera.

Bueno, volviendo al CASO que nos ocupa, su posición como entrevistador es tan de extremos positivos y negativos, muy pasivo con cualquiera de oposición, risueño y complaciente (por coincidencias y por solidarizarse) y agresivo a no dar, y con un rostro áspero –a veces con doblez en la sonrisa– no da tregua al "contendiente" por lo que deja de ser una entrevista y pasa a un debate donde, a veces, no deja concluir al otro superponiéndole su voz.

Entonces, y sin ofender, me permito, hacer una novelesca comparación, con un toque de humor. Por ello, para aquellos que no la conocen, o para los otros que sí, recordarla, me voy a la famosa novela de fines de siglo, del escritor escocés Stevenson: El extraño caso del doctor Jekill y míster Hyde. Se refiere a que Jekill es un científico creador de una poción (y su antídoto) que al beberla separa de la persona la parte más humana de la maléfica y se transforma en un feo criminal capaz de cualquier "atrocidad". ¡INSOPORTABLE!

Los análisis del personaje de la novela refieren a que posee un trastorno, por lo que, en su permanente conflictividad interior, desarrolla dos identidades.

Ahora, también hay algo como del famoso personaje de las tiras cómicas, del argentino Divito, "El otro yo del Dr. Merengue", pero invertido ya que Merengue es un señor serio a quien las normas sociales le imponen callar asuntos que quiere expresar pero cuando escucha lo que le molesta, o irrita, se enardece y aparece su otro yo agresivo, que muestra lo que realmente piensa o siente.

Bueno, serán asuntos de metamorfosis mediáticas.



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Simón Lacise


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