Colmena audiovisual fronteriza, una estrategia comunicacional autosustentable

En la frontera la guerra mediática, económica, política, sanitaria, alcanza niveles brutales. Desde la impunidad, continua y grosera, promovida por algunos "servidores públicos" ante delitos penados por las leyes, violando la Constitución a diestra y siniestra, hasta el bloqueo de las empresas cableras locales a los canales del sistema nacional de medios públicos y no – privados, la historia en esta franja de la venezolanidad es otra, por lo tanto, otro debe ser el abordaje.

Es nítido y notorio cómo, de pronto, se pierde la esperanza y aumentan las quejas frente a una verdad inocultable que se bate entre errores políticos cometidos desde este lado del proceso histórico que vivimos y, una ausencia de acciones que deberían ser ejecutadas con la misma contundencia como son anunciadas por el presidente de la república y otros voceros de la vanguardia gubernamental. A esto se añade la debilidad orgánica del poder de combate y avance del pueblo, pues, sigue existiendo un desnivel entre el grado de conciencia política de los "descamisados" y el nivel de necesidades básicas aún insatisfechas. Es decir, el estómago sigue ganándole la batalla al cerebro. La rabia se impone ante la incomprensión estructural y política de la crisis que, pareciera, disminuirnos como país y descarrilarnos como pueblo.

Es una realidad con singularidad espantosa, continuada, que se manifiesta diariamente a la misma velocidad como sucede en el resto del país, consiguientemente, no queda otra salida sino contraatacar sistémicamente, con la precisión del relojero suizo, la fortaleza moral de un revolucionario inquebrantable, la convicción plena de que "el camino es duro, pero es el camino" y la certitud en un presente y futuro que nos enseñe a mantener ondeando la bandera de la soberanía, la libertad y los sueños posibles, "a pesar de los pesares", como escribiría el poeta Goytisolo en la voz de Paco Ibáñez.

Irse a la crítica feroz contra el actual Gobierno, quien tiene una responsabilidad compartida pero clave en el destino del país, sin demostrar con hechos la certeza de los argumentos expuestos, es ayudar a despellejar un proyecto político cargado de razón histórica y riesgos inevitables. Nadie objeta la podredumbre inoculada desde hace más de cien años en el manejo del Estado y la República. Desconocer las fallas, algunas veces excesivamente pronunciadas, durante la ejecución de un Plan de "Alto Nivel", dirigido a mejorar el sistema de salud, aumentar la capacidad productiva de PDVSA, disminuir la corrupta tramitación burocrática, incrementar la construcción de viviendas, entre otros, sería creer con inadmisible ingenuidad que hacer una revolución es un acto tan sencillo como el del mago cuando saca un conejo blanco de un sombrero de copas.

Entonces, ¿qué hacer?, ¿cómo ser parte de un proceso nacido del fuego y la esperanza, rodeado de enemigos supremamente peligrosos, aliados oportunistas y compañeros con máscaras traidoras?. ¿Vale la pena degollar con ríos de palabras, océanos de acusaciones y análisis incuestionables a quienes iniciaron esta transición y, junto a nuevos actores, continúan diciendo que Venezuela es Bolivariana, Soberana y Revolucionaria?. No siempre las palabras y el discurso oral saben a verdad, transforman lo blanco en negro o construyen un nuevo modelo de sociedad. De allí deriva, para quienes jamás emigraremos a la otra orilla a gritar, murmurar y esconder una miseria ideológica y moral, el deber de aportar un grano de arena, sí, un diminuto pero profundo grano de arena, al servicio de los ideales que con tanto dolor, sangre y lágrimas supimos sostener y aún sostenemos. Con la historia no se juega ni se refuta cuando abofetea de frente. Es perentorio combinar distintas formas de lucha, en cada frente donde las circunstancias nos coloque pero siempre, sabiendo hacia dónde queda el norte y hacia dónde el sur. Quién es el tiburón y quienes son las sardinas.

En este marco de reflexión, desprovisto de remilgo, estamos en la frontera occidental del país "nadando" contracorriente. Han sido casi seis años infatigables, aleccionadores, dignos, ejecutando una Colmena Audiovisual Fronteriza, "paridora" de unidades audiovisuales locales autosustentables, a pequeña escala, expansiva y modular, en formato de televisión por cable puesto en pantalla con un posicionamiento comunicacional estratégico para apoyar y blindar con Soberanía Nacional e Identidad Cultural, esta franja territorial limítrofe con Colombia, poblada con gente buena y trabajadora. Indígena. Productora. Extranjera. Alegre. Auténtica y sabanera.

Cien mil dificultades hemos encontrado. Cien mil puertas nos han cerrado. Cien mil desilusiones hemos tenido pero, parafraseando a Bolívar cuando dijo: el que abandona todo para ser útil a su país, no pierde nada y gana cuanto lo consagra, pues bien, sin "…ahorrar sacrificios", seguimos de pie, creando situaciones favorables, tolerando la coyuntural displicencia burocrática oficial, encontrando recursos económicos debajo de las piedras, recibiendo apoyo puntual de la empresa Venezolana de Industrias Tecnológicas, VIT. Llevando el alma noble del Quijote pero caminando con los pies de Sancho Panza.

Al ver y oír a los "televidentes fronterizos" referirse a nuestra canal con una sonrisa franca en los labios, agradecer la trasmisión de éste o aquel evento de la comunidad, la producción colectiva de un documental sobre el pueblo "perdido" en la cabecera del Río Arauca o leer la carta bondadosa del Director de la Escuela rural por haber grabado a sus alumnos cuando entonaban el Himno Nacional, a primeras horas de la mañana y luego convertirlo en la versión "oficial" del Canal, constatamos que hacemos lo correcto.

El apoyo sin condiciones lo recibimos con los brazos abiertos y el corazón palpitando, porque asumimos la patria con honor y el momento histórico lo interpretamos desde el punto de visto político y ético. Quienes han intentando doblarnos el espinazo con amenazas, hostigamientos teledirigidos desde la apoltronada y negligente oficina pública municipal o regional, saben que estamos hecho con el hierro de la fe, la convicción espartana y una certidumbre que raya en obsesión por ser parte de un país cada vez más libre, humanista, socialista y ecológico.

La Colmena Audiovisual Fronteriza es una concepción comunicacional holística, original técnica y organizacionalmente, puesta al servicio del usuario y usuaria, de la gente que no quiere ser percibida como "masa". Estamos dotados de una experiencia en el deber de producir mensajes que contrapesen el bombardeo canalla imperial y servil, porque quienes habitan en la frontera piden a gritos comunicar y "ser comunicados", oír y ser oídos, ver y ser vistos. La patria también se defiende en la frontera.



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Elmer Niño


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