"La acción no debe ser una reacción sino una creación"
Consiga del mayo francés
En definitiva, toda situación creada intencionalmente o sobre venida, tiene en la política su palanca. La guerra, como muy bien lo asomó Carl von Clausewitz, es el ejercicio de la política si un rostro parlamentario o diplomático por ejemplo. Cada soldado o militar, trata de defender algo (su patria, su nación, su libertad, su estomago), que es lo que le vende y compra, pero detrás de esta compra-venta, hay un proyecto, que ahora no trato descalificar si es bueno o malo o necesario o innecesario.
El derrumbe de la torres gemelas el 11-S es la política o un aprovechamiento político del evento No valoremos ahora, si el evento fue concebido por fuerzas políticas externas o si este suceso, fue previamente planificado por la inteligencia de EEUU para ponerse o alcanzar un objetivo del sistema dominante. Preguntémonos: qué quedó de ese evento y cuál fue la "lección" que el gobierno de los EEUU impuso. A este evento, vino seguidamente una invasión (legitimando esta práctica) con una privatización de la seguridad. Se consolido la invasión como un elemento de seguridad de Estado y la guerra se volvió una actividad productiva-lucrativa.
No juzguemos ahora, si el coronavirus fue un frasco que destaparon en la zona de Wuhan, provincia de Hubei o si efectivamente, como se dice, vino de un murciélago. El Coronavirus, sin entrar en detalles sobre su origen, le mete fuerza y ánimo a la guerra, la invasión, los negocios y al miedo.
Si reproducimos en nuestra memoria alguna parte un de los discursos de líderes mundiales, no será difícil leer u oír, la palabra guerra varias veces en sus intervenciones. China pensó o ha estado pensando, que el coronavirus se lo echaron para desacelerar su presencia en el mundo como potencia. No es descabellada la idea, si consideramos el peligro que representa China para algunas potencias. No es descabellada la idea, si el derribo de las torres gemelas fue un evento previamente calculado por EEUU. Si no lo fue, le salió de perlas en su afán de echarle mano a la privatización, como una solución mágica. El coronavirus siembra la tesis, de la guerra con una solución y muy a la sombra, deja la razón: un gran negocio.
No es descabellada la idea, de concebir al coronavirus ya en su etapa de desarrollo como ese tipo de evento que los ejércitos utilizan para intimidar a otras naciones o internamente. Piensen, en lo ajustado que le vino el coronavirus a Sebastián Piñera. La va servir o le está sirviendo para paralizar con el miedo, la movilización política que estaba viviendo Chile. El coronavirus, mata esa expresión y manifestación de lucha: Todos a sus casas a estarse muy quietos y viendo comiquitas". El coronavirus puede ser ahora eso, un gran ejercicio militar para sembrar miedo y acostumbrar que esta "solución" de todos en sus casas, puede aplicarse en cualquier momento.
Soy de la idea y la comparto, que un buen estado de salud es posible, primero, si individualmente cada uno coloca su granito de arena. Si yo me alimento bien, si hago ejercicio, dejo de fumar, si hago mi recreación y si trabajo, estoy creando individualmente una condiciones para estar bien. Es así, sin embargo, los invito a pensar un poco, el posible sentido, significado y uso, que puede tener: A sus casas y a cuidar a sus hijos.
No vaya sobrevenir esto en un lavarse las manos o una manera de instalar la idea, que la salud, depende exclusivamente de uno. No vaya a quedarse instalada la tesis: Cada uno de nosotros escoge libremente en el mercado, su buen estado de salud o su posibilidad de morir por alguna infección.
El reto es cuidarse, pero no desmovilizarse en una lucha por tener un sistema de salud que responda ante cualquier eventualidad individual y colectiva. No dejemos que el coronavirus haga estrago en los servicios públicos y imponga la línea (que ya se observa) de sálvese quien pueda o no hay tantas camas para tanta gente.