El pensamiento de los niños, niñas y adolescentes también es afectado por nuestro sistema económico, nuestro orden social y la maquinaria de entretenimiento que proviene del cine, la radio, la televisión, internet y los videojuegos. Con este artículo pretendemos probarlo, mostrando algunos ejemplos de ideologización negativa, y un ejemplo particular de lo que consideramos ideologización positiva: la película Happy Feet.
Perdiendo nuestra autoestima
El cine y la TV han logrado que nuestros niños conozcan mucho mejor Nueva York, Miami y Los Angeles que nuestras propias ciudades. Todos saben donde queda Times Square y reconocen los altos rascacielos de Manhattan sin haber ido nunca allí. Todos recuerdan el Central Park gracias a películas como Stuart Little y Mi Pobre Angelito.
Pueden diferenciar el Empire State de la Torre Chrysler gracias a los brincos de Spiderman o a los rayos destructores de Día de Independencia. ¡Ojalá conociéramos así a Buenos Aires, La Habana, Lima o Mérida!
En muchas películas (como Curious George y Superman) se reafirma el mensaje de que el éxito se alcanza cuando se abandona el campo, la selva y los pueblitos para ir a las grandes ciudades. Las excepciones que van en sentido opuesto son muy pocas, como "Cars" de Pixar.
Perdiendo nuestra cultura
Nuestros niños han visto decenas de adaptaciones cinematográficas de cuentos, historias y novelas de EEUU y Europa, tales como Peter Pan, La Bella Durmiente, La Sirenita, Pinocho, El Mago de Oz, La Bella y la Bestia, y... hasta Harry Potter. Además, las obras de Shakespeare o de Charles Dickens son mucho más conocidas que las de nuestros autores. ¿Cuántas novelas o cuentos infantiles latinoamericanos han sido llevados a la pantalla grande? ¿No influye eso en el pensar de muchos niños de que nuestros cuentos, historias y novelas para niños son fofos y aburridos, y que lo anglosajón es lo mejor?
El tercer mundo pareciera no existir, salvo para volver más rico al primer mundo. En películas como "Curious George", "Lara Croft", "Indiana Jones", "King Kong" o "Tarzán" vemos que "los buenos" van a países del tercer mundo a llevarse sus riquezas o su fauna. ¡Estamos diciéndole a los niños que está bien que las naciones desarrolladas se roben los bienes culturales del tercer mundo!
Perdiendo nuestra paz
En las Crónicas de Narnia se practica la ideologización religiosa, haciendo que los protagonistas repitan citas de personajes bíblicos. Luego, se usa a un personaje adorado por los infantes (a Santa Claus) para entregarle armas a los niños protagonistas de la historia y les justifica el uso de éstas.
En efecto, nadie protestó porque una niña de 8 años recibiera una "daga" como "regalo" por parte del gran panzón. Los niños participan en una cruenta batalla al estilo de "Corazón valiente", y luego son premiados siendo convertidos en reyes.
La ilusión en torno a ser el rey, reina, príncipe o princesa es muy común en muchísimas películas y comiquitas. Favorece los pensamientos individualistas de estar por encima de los demás y ser servido por éstos. Promueve las ansias de poder por encima de la cooperación y la solidaridad. ¿Está usted de acuerdo con esos valores?
Perdiendo nuestra salud
La ideologización económica también se infiltra en las películas para niños. En el trailer más reciente de la película de Disney "La Familia del Futuro", se ve a un niño que es llevado al utópico futuro distante, lleno de felicidad. Allí ve a un señor paseando a un perro que usa anteojos.
El niño, lleno de curiosidad al vez algo tan extraño, le pregunta a su dueño: "¿por qué su perro usa anteojos?" y el señor responde, muy feliz y conforme: "es que su seguro no cubre lentes de contacto". Sí, muy chistoso. Pero se presenta como cotidiando el sistema de salud manejado enteramente por la empresa privada, en el cual los más pobres tienen que conformarse con salud de segunda categoría. Ese es el sistema de salud del "futuro".
Por fortuna, otras películas animadas, como "Los Increíbles" (de Pixar), han hecho críticas al sistema de salud estadounidense. Pero un niño no entiende esas críticas sin ayuda de sus padres. Además, esa película se produjo antes de que Disney comprara a Pixar...
Caso de estudio: Happy Feet
Recientemente, una película de unos pingüinos bailarines causó una gran controversia en los Estados Unidos.
La cadena derechista estadounidense "Fox News", a través del moderador Neil Cavuto, la calificó de "propaganda de extrema izquierda" y acusó a Hollywood de estar usando películas infantiles para promover mensajes políticos.
Glenn Beck (arriba), conocido opinador de derecha quien tiene un programa en CNN, usó términos muy parecidos para atacar duramente a los pingüinos: "es una propaganda oscura y molesta en la cual 'hermosos' pinguinitos se enfrentan a 'malvados' humanos y la industria pesquera. Es una versión animada del documental 'Una verdad incómoda' de Al Gore" (que denuncia el grave problema del calentamiento global). El crítico de cine Michael Medved escribió un artículo llamado "Crappy feet" ("pie de mierd*") donde despotricó contra la película, acusándola falsamente de infundir mensajes contra la religión, en pro de la aceptación de los gays y concluyendo que es una película oscura, triste y deprimente.
El mensaje es claro, y Covuto lo resumió así: "Tú puedes hacer todas las declaraciones políticas que quieras en películas para adultos. Pero creo que es desagradable y muy objetable que engañes a los niños, quienes no conocen nada de este asunto". Mejor dicho: "¡Con nuestros niños no te metas!"
¿A qué se debió esta campaña de guerra sucia? ¿Qué es Happy Feet? ¿Es realmente tan politizada?
Sinopsis
Happy Feet (ver Wikipedia en inglés, en español o en IMDB) es una película de animación por computadora realizada en Australia por el director George Miller, oriundo de ese país, al mando de la empresa australiana Animal Logic. En una sociedad donde todos los pingüinos emperadores de la Antártida conquistan a sus parejas con una "canción de amor" (generalmente una canción de pop, rap, r&b o balada), un pingüinito con discapacidad para cantar, llamado Mumble, es rechazado por sus congéneres. Mumble, sin embargo, tiene una habilidad que más nadie tiene: es un gran bailarín de tap.
Hasta allí todo normal. Pero entonces, a medida que se desarrolla el guión, veremos cosas interesantes. La película es muy pero muy amena y entretenida, llena de persecuciones, bailes, piruetas, juguetonerías, y las 3 veces que he ido al cine he encontrado a los niños muy entretenidos con ella. A pesar de lo que hayan dicho los republicanos, la película no es un film político aburrido para los niños. No es "V de Venganza", ni "1984", ni "Star Wars: La amenaza fantasma". Pero sí tiene sus mensajes.
El problema ecológico
Los pingüinos confrontan graves problemas para conseguir peces, y Mumble pronto se da cuenta de que todo es culpa de unos seres a quienes ellos ven como "alienígenas", que usan grandes barcos para hacer pesca de arrastre y destruir el delicado balance ecológico de la Antártida: sí, los seres humanos. Eso ya de por sí es molesto para la derecha estadounidense, quienes acusan a la película de atacar a la industria pesquera.
Entenderán que ya de por sí siento empatía con esta película. En 2002, nuestro país sufrió un golpe de Estado propulsado en parte por el rechazo a las leyes habilitantes aprobadas por el Presidente Chávez en 2001. ¿Recuerdan cuales eran las leyes más rechazadas? La Ley de Tierras y la Ley de Pesca. Y ésta última era rechazada porque obligaba a la pesca de arrastre a alejarse de las costas, para preservar el equilibrio ecológico y defender la pesca artesanal.
Pero volvamos a Happy Feet: el Sr. Cavuto, de la cadena Fox News, se mostró aún más molesto cuando vio a un pingüino gordito, llamado "Amoroso" e interpretado por Robin Williams, con un aro de plástico para 6 latas de refresco alrededor del cuello.
"Amoroso" inicialmente finge ser un gurú al cual los "seres místicos" le pusieron un "talismán mágico" (el aro de plástico). Posteriormente Amoroso engorda más y comienza a ahogarse con el "talismán", y entonces confiesa que nunca conoció a los seres místicos, sino que se atoró con el aro mientras nadaba.
Los movimientos de izquierda y conservacionistas, y hasta la propia revista National Geographics, han denunciado desde hace años los daños ecológicos causados por lanzar plásticos al océano, que causan que animales mueran ahogados o asfixiados. Hoy, algunos plásticos ya son biodegradables, pero no todos. Es por ello que Cavuto estaba tan molesto y asumía que Happy Feet ataca a las grandes industrias.
Sociedades conservadoras vs. de izquierda
La sociedad de pingüinos emperadores donde nace Mumble es extremadamente conservadora. Son gobernados por el Consejo de Ancianos, donde Noé y demás pingüinos dirigen a la sociedad según los preceptos de su Dios, el "Gran Güino". Según ellos, "es el Gran Güino el que da y el que quita". Culpan a Mumble y su contagioso baile de tap por la ausencia de peces, y lo expulsan de la colonia. No sin antes exclamar sus gritos:
- Together we prevail (¡Unidos prevaleceremos!)
- In Knowledge we trust (¡En la sabiduría confiamos!)
Frases inevitablemente asociadas al sistema estadounidense ("In God we trust") y al pensamiento único.
Mumble pronto conoce a una nueva colonia de pingüinitos, de la que rápidamente se hace amigos. Son pingüinitos fiesteros y pachangueros, mucho más liberales y juguetones. No tienen un liderazgo político visible. Tienen acento latino. Y, como buenos latinos, son discriminados por los ancianos de la primera colonia, quien en varias ocasiones los desprecian: "¡no me toques, extranjero!". Al final de la película, la sociedad de los pingüinos emperadores cambia en su conducta y termina volviéndose como la de los pingüinitos de acento latino.
Aceptación del latino como parte vital de la sociedad estadounidense
En la versión en inglés de la película, los pingüinitos de la segunda colonia tienen acento latino y cinco de ellos entablan amistad con Mumble. A pesar de ser en inglés, se hacen llamar "Los Amigos": Ramón, Lombardo, Néstor, Raul y Rinaldo. Todos los actores que interpretan sus voces son hispanos exceptuando a Robin Williams, quien interpreta a Ramón. Y hasta él usa acento argentino.
Estos pingüinitos escuchan y bailan mambo, merengue y canciones latinas (como la canción "Candela" de Sandy y Papo, entre otras). Utilizan numerosas palabras en español, como "chicas", "loco" y hasta cantan algunos raps en nuestro idioma ("Yo soy Raúl, el pingüino más cool, latino por supuesto y 100 por ciento en español"). Y son el elemento que más le añade diversión a la película por su toque latino, que es usado para resaltar la amistad, la solidaridad, la lealtad y la confianza. Un mensaje duro de tragar para quienes odian a los latinos y apoyan la construcción de un muro al sur de Estados Unidos, justamente para frenar la entrada de hispanos al país.
¿Y qué podemos decir del nombre de los personajes? Además de "Los Amigos", tenemos a Gloria (nótese que no es Glory), y sus nombres se mantienen en español aún en la versión anglosajona del film. Incluso "Mumble" (en inglés: "el que habla entre dientes") es un nombre escogido porque se pronuncia casi igual que "mambo" y se usa para un juego de palabras en las canciones.
"¡Cosa ma' grande, caballero!"
En la versión en español que se proyecta en Venezuela, esos cinco pingüinitos tienen acento cubano, al igual que el resto de la colonia. "Los Amigos" vencen a las adversidades con gritos como "¡Pingüinos, unidos, jamás serán vencidos!", "¡Se oye, se siente, pingüinos consecuentes!" o "¡Sí se puede!"
La solución que presenta Happy Feet al problema de la pesca no es entablar una guerra contra los humanos, sino "apelar a su lado bueno". De una forma realmente hermosa, que no les voy a contar y que les garantizo les hará llorar, Mumble contacta a los humanos "buenos" y se comunica con ellos. Protestas mundiales de miles de humanos y debates entre políticos, ecologistas y empresarios de la pesca llegan a la mismísima ONU, y logran que la Antártida sea declarada zona libre de la pesca de arrastre. Es una secuencia de unos 40 segundos, hermosamente musicalizada, que lejos de aburrir, hace llorar =')
Y de seguro es casualidad, pero inmediatamente a esto llegan las palabras finales de Amoroso: "Es igual al amor, en verdad", las que me recuerdan a cierta frase: "Por amor".
El Norte es el Sur
Lo que sí no es tan casual son otros mensajes interesantes en la película. La secuencia de inicio empieza con una vista del espacio sideral, y poco a poco se va acercando a La Tierra. Se ven las Américas, pero de repente el planeta gira, y las Américas quedan volteadas, con América del Sur apuntando hacia el norte, como en las cuñas del Ministerio del Ambiente. La cámara se acerca hacia el cono sur, para entonces ir hacia la Antártida y detenerse allí.
La película termina hora y media después, con una toma de la Tierra mostrando únicamente el Sur: La Antártida. Clara ironía a las películas "heróicas" estadounidenses, siempre tan centradas en mostrar a Norteamérica como el centro del mundo.
La ideologización
Tal y como se dice que es imposible alcanzar la objetividad en la comunicación social, también debe ser prácticamente imposible crear películas, comiquitas y videojuegos sin ideología alguna, dado que los seres humanos que las crean sí tienen pensamientos e ideas claramente definidas. Es un hecho que tenemos que vivir con ideologías, pero también es un hecho que se pueden usar para nuestro provecho. Películas como Happy Feet pueden ser los mejores instrumentos para explicarles a los niños la diferencia entre la izquierda y la derecha, los daños ecológicos que producimos los humanos sobre el ambiente y por qué las empresas deben ser reguladas por el Estado y la sociedad, y no al revés, como plantean las teorías neoliberales.
Otras películas también tienen su valor: Cars, de Pixar, enseña a los niños que no hace falta vivir en las grandes ciudades para ser exitoso; los pequeños pueblos también son importantes. Vecinos Invasores contiene una profunda crítica contra el consumismo de los humanos. Igualmente, películas como Las Crónicas de Narnia son útiles para enseñarles a los niños, desde pequeños, qué es una manipulación mediática. Y películas como "La familia del futuro" pueden ser útiles para enseñarles a los niños cómo el capitalismo quiere imponerse como el sistema del presente y del futuro.
La clave entonces no radica en prohibirle a los niños ver determinadas películas, o estimularles a ver otras. La clave está en darles la adecuada orientación luego de ver las películas. De nada sirve el esfuerzo multimillonario de Happy Feet si un padre o una madre no se sienta con sus hijos a explicarles todos los detalles que tiene la película, que fueron expuestos en párrafos anteriores. Y por supusto que los padres no podrán enseñar todo esto si ellos no están ideológicamente claros y conscientes de la sociedad neosocialista que queremos crear.
Por último, tiene que surgir nuestra propia industria de entretenimiento para los niños. Happy Feet podrá ser muy bonita y los latinos tendremos presencia en ella. Pero la mayor parte de los elementos culturales que muestra son canciones estadounidenses. ¿Cuándo empezaremos a vernos nosotros en el cine? Pues, ¡cuando nosotros hagamos nuestro propio cine!
Sin embargo, guiones como el de Happy Feet pueden darnos una buena idea de hacia dónde debemos ir. Una película infantil no debe resumirse únicamente a un conflicto entre unos "buenos" y otros "malos" con una moraleja de por medio. Tampoco puede ser una historia excesivamente politizada y aburrida. ¡Pero sí se puede alcanzar el equilibrio!