Los dueños de las empresas 1BC no quieren enfrentar la realidad. Durante la IV República, el Pacto de Punto Fijo implicó, a posteriori, la alianza entre los poderes económicos y el poder político. En ese alero se fraguó el poder de las pocas familias que controlan en el país el espectro radioeléctrico. Sin prurito los gobernantes de turno conferían por largo tiempo la renovación de las concesiones en esa perversa fusión que se cultivó.
En Venezuela se llegó a la aberración de un mismo grupo controlando 40 emisoras de radio (!). Por los años 70, los expertos en comunicación se explayaban hablando y escribiendo de la concentración horizontal y vertical del capital que invertía en esta industria, que también se reflejó en nuestro contexto. Hoy dichos expertos quisieran borrar esas páginas y sus palabras.
La propiedad sobre emisoras de radio se extendía a plantas de televisión y publicaciones impresas, amén de otros elementos del mundo del espectáculo como circuitos cinematográficos, casas disqueras, etc.
A este tipo de concentración horizontal se agregaba la vertical, que se identificaba por el control de todas las fases de producción y comercialización de un solo rubro mediático, como era el de los consorcios periodísticos en el país, llamados cadenas o bloques.
Es irrefutable en cualquier escenario nacional o internacional el argumento de la propiedad del Estado sobre el espectro radioeléctrico. Podrán presentarse litigios administrativos y querellas jurídicas, pero el Estado razonará con los elementos normativos que son el bastión que le fortalece. El Dr.
Antonio Pasquali siempre habló de una desoladora realidad nacional. Crítico de la TV, abogó por una actuación más expedita por parte del Estado en esta materia. Llegó a decir, "usuarios de Venezuela, uníos".
Los accionistas del consorcio 1BC, frente al panorama de que la concesión para el funcionamiento de Rctv expira el 27 de mayo de 2007, irreversiblemente, han optado por explotar el caso melodramáticamente. El llantén es conmovedor. Tras suspiros y ahogos, y con caras de mártir, olvidan el daño que han causado a buena parte de la población, al colocarse al margen de lo que pautan los lineamientos para la explotación de la señal de TV abierta. Ya es demasiado tarde.
Periodista/Prof. universitaria