En los ambientes académicos ya es casi un lugar común sostener que, en las formaciones sociales capitalistas contemporáneas, la actividad comunicacional ha alcanzado una relevancia esencia no sólo como factor ideologizante sino, también, como elemento cardinal de la propia dinámica económica.
Esta ampliamente estudiado y aceptado que lo comunicacional se ha constituido en un componente fundamental del sistema capitalista tanto por su función mediática ideológica reproductora de las relaciones sociales dominantes como por su imbricación en las cuestiones económicas financieras. No es casual, por ejemplo, que el hombre más rico del mundo actual –Bill Gates- este vinculado a la esfera de la comunicación digital antes que a negocios relacionados con hidrocarburos, la aeronáutica, biomédicos y farmacéuticos, etc., tradicionalmente tenidos como los más lucrativos.
Es decir, en el sistema capitalista mundial lo comunicacional se ha erigido en un pilar determinante por su doble condición de reproductor ideológico y de dinamizador económico. Esta dupla funcional lo instituye en soporte - clave del sistema, equivalente casi a la función que históricamente le ha correspondido a la industria bélica imperialista.
Venezuela como parte del sistema capitalista mundial no escapa a esta realidad. Si bien, en una etapa de transición, en que se trata de abrirle caminos a nuevas relaciones sociales no capitalistas, fundadas en la solidaridad y en la propiedad social de los medios de producción, lo cierto, es que, en nuestro país, el trecho por recorrer en esa dirección es largo y el peso de las formas de producción capitalista se hará sentir durante un tiempo relativamente significativo.
Mientras tanto, en la presente coyuntura, es inevadible asumir la condición de formación social capitalista con el flujo de contradicciones que le son inherentes, que por supuesto se hacen presentes en lo comunicacional donde esta planteada una puja expresada en las dos concepciones de la vida y la sociedad que se manifiestan en la realidad nacional. Por un lado, la concepción elitesca, privilegiadora de los intereses de unos pocos, consustanciada con los valores de la sociedad consumista, en correspondencia con los fines estratégicos del imperialismo. A esta concepción le corresponde medios como el finado RCTV, Globovisión, El Nacional, El Universal, etc., que apunta a la preservación de un sistema explotador, manipulador, racista y excluyente que aunque revistiéndose de señuelos como la supuesta defensa de la libertad de expresión, de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad, siempre representarán en lo real, en lo práctico, en lo concreto, en lo verdadero, en lo auténtico, la negación de la condición, y más aún, de la vida humana. Esta concepción la postula una plataforma mediática que apelando a la tradición y al sentido común ya no puede ejercer la influencia nefasta que profesaba sobre la gran mayoría de nuestro pueblo en virtud de la conciencia crítica que ha venido generando el proceso bolivariano.
Por otro lado, la concepción de una sociedad solidaria, protagónica, incluyente, pensada en función de todo un pueblo, inspirada en valores humanos y en valores históricos patrióticos, en la integración nuestramericana, requiere de una plataforma comunicacional alternativa, innovativa, consistente, consustanciada con el pueblo, que asuma la disposición de éste de constituirse en actor comunicacional.
Hay una puja mediática comunicacional histórica, estratégica, sistémica, modélica, planteada en nuestro país. La batalla por el canal 2 no es más que una expresión concreta de ella. Avancemos sin vacilar …