RCTV da pena ajena. Como está ahorita, sin financiamiento, con una pila de actores que se quieren ir porque les rebajaron el sueldo, con el rating caído, es como ha debido estar siempre, desenmascarada del apoyo golpista que la arreaba con toquecitos de dólares a encabezar escaramuzas políticas, mostrando su verdadera condición de ordinario canal transmisor de culebras. Tal era su prosperidad. Se montaba en la cresta del escándalo político y después decía que eso eran niveles de audiencia por su programación de calidad, para toda la familia, y por su dinosáurica experiencia, rayante en los 50 años.
¡El canal más antiguo de Venezuela! ¡Historia viva! ¡Patrimonio casi de la humanidad!
¡Sí, cómo no! Un canal golpista y nada más, con carta de nacimiento amañada durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Según los "Correo de Brujas" de Marciano, el barco se hunde y las ratas salen piradas. Los gordos con los fajos de billetes ya no aparecen por sus lados y cuenta la leyenda que ya ni reconocen a los dueños. Dicen que Marcel los amenazó con no prestarle su apoyo mediático y todo el mundo se empezó a reír.
¿Alguien recuerda cuando Marcel Granier, sin que viniera a cuento, saco frente a una periodista de Venezolana de Televisión la cifra mal intencionada de 2%, en sus palabras el supuesto nivel de audiencia del canal 8, no más para humillar a quien en ese momento y contexto lo adversara? Bueno, la cosa anda por esos niveles para él ahora, trasladando las proporciones de audiencia al mundo de la televisión por cable, quedando en evidencia que su regular programación no tenía nada de extraordinario. De todos modos cuando tenía señal libre nunca superó sino a destajo la señal del canal 4, y me refiero a los momentos puntuales de golpes, de mensajes cifrados a militares y cabecillas conspiradores, de imágenes de guerra, de desorden público y llamadas subliminales a la muerte.
Sin duda, la salud mental del venezolano se anotó un positivo con una de las medidas más justas tomadas por gobierno alguno en los últimos 50 años. El rescate de la concesión que el gobierno hiciera no se condolió con los cantos de sirenas de la “buena programación”, la “historia”, las “grandes novelas”, la “libertad de expresión” –la de ellos- ni los ochos cuartos; más bien el tiempo demostró que todo había sido un “canto de ballena”, como decía Rosales, el último candidato presidencial apoyado por la planta.
Allá, en el mundo del cable, no es que lo miren tampoco con buenos ojos. Eso de llegar y también allá pretender sentar una escuela de golpismo bajo esta modalidad de transmisión, acarreó recelo en el ambiente y que el gobierno le echara el ojo también a este mundus silencioso empresarial. Ya parecen haberlo tranquilizado un poco al canal, así como se tranquiliza a una fiera sedándola, quedando claro que este canalcito lo que hacía en realidad era medrar del bochinche.
Quien quita que más adelante, empresarialmente hablando, progrese hacia un formato de subscripción adulta, donde ya tiene -a propósito- cierta experiencia de cierre por transmitir imágenes expresamente pornográficas, en ningún horario permitido por la legislación venezolana.
Estoy a tus órdenes en Animal político
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