Inadmisible que sigan engañando a nuestro pueblo y al mundo

El descaro con que actúan los medios es un real peligro para la estabilidad de la revolución

A seis años del golpe de Estado del 2002 y muy próximos a cumplirlos el sabotaje petrolero terrorista de diciembre de ese mismo año y enero y febrero del 2003, los dueños de los medios impresos y radioeléctricos que desempeñaron el rol más importante en la preparación e instigación de ambos eventos y que no pagaron su grave delito ni con un minuto de cárcel, continúan conspirando y gestionando las mismas estrategias de entonces como si nada hubieran hecho al frente de sus mismos medios, ahora más repotenciados con el incremento sustancial de las ayudas que reciben de la CIA, disfrazadas de aportes para la defensa dizque de la “democracia”, tal y como lo han venido confesando altos funcionarios del gobierno de los Estado Unidos. Como sabemos, este tipo de intervenciones son parte de las añejas estrategias de ese Estado forajido y criminal cuando se ha empeñado en derrocar gobiernos de los países de su patio trasero que se niegan a someterse a sus designios.

Con el mayor desparpajo prosiguen con sus campañas desestabilizadoras a base de la mentira y la manipulación reiterada u ocultando de modo vergonzante información relevante respecto de los aciertos innumerables del gobierno en las áreas de la salud, de la educación en todos sus niveles, así como en sus quehaceres en favor del desarrollo del país, con la construcción de grandes obras de infraestructura en todo el territorio nacional y entre otros muchos, el manejo exitoso de su economía, cuyo crecimiento ha sido una realidad incontestable por casi cinco años consecutivos. Mientras tanto y por paradójico que parezca, persisten en su campaña desestabilizadora y cínica con sus grandes titulares de primera página y a muy altos decibeles informando que en el país no hay libertad de opinión ni de información y que, por otra parte, los periodistas son víctimas del mayor acoso y la más bárbara represión.

Es inaudito que esta farsa mediática se admita, como si ella no fuese un grave y muy peligroso delito. El gobierno en particular y, obviamente, las organizaciones populares, los partidos y grupos políticos que lo apoyan, deben actuar con su mayor fuerza y capacidad no solamente para desenmascararlos de forma oportuna y contundente, sino para desmontarles sus fábricas de mentiras que no son otra cosa que estructuras golpistas al servicio de intereses criollos mezquinos que les sirven de mascarones de proa a las corporaciones transnacionales imperiales en su empeño por controlar a su antojo la economía y la vida de nuestros países.

No debemos olvidar que el 2 de diciembre pasado la campaña de mentiras a granel de ese poder mediático impidió la reforma constitucional y por más pírrica que haya sido su victoria oposicionista en esa ocasión, estamos en la obligación de generar, con la mayor premura, una estrategia comunicacional audaz que contrarreste, de modo contundente, esta nueva arremetida mediática desestabilizadora y golpista.


oliverr@cantv.net


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Iván Oliver Rugeles


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