Los latinoamericanos presentíamos, desde que comenzó a hablarse del Plan Colombia, que la proyección del mismo y sus secuelas permearían toda la región. Nada que provenga del imperio es inocente, ni improvisado. A carta cabal, cuando el Pentágono da un paso, ya sus laboratorios han hecho los estudios que le señalan la ruta por seguir. Ya la década de los noventa les había sido adversa. Para 2001, el asunto de Afganistán acentuó los conflictos.
La actual década no lo es menos para Estados Unidos por todo lo que ha significado el acto genocida contra Irak y su pueblo, más el pesado fardo de lo que ha sido el gobierno de Bush, amén de las incursiones guerreristas e interventoras en todo el mundo por parte de este coloso capitalista, que se asume dueño del planeta.
Bill Clinton y Andrés Pastrana suscriben el llamado Plan Colombia conscientes de que la lucha no es contra los carteles de la droga ni para frenar el narcotráfico. Geopolíticamente, incursionar con paso firme hacia el sur del continente era vital para los Estados Unidos, visto el poderío y crecimiento de Brasil. Un país de la región abre las puertas sin ningún freno para militarizar y penetrar, como en efecto lo ha hecho el Gobierno estadounidense.
Han transcurrido casi ocho años de aquel hecho y diversos efectos de esa intervención se han observado. El objetivo se palpaba desde el comienzo: acabar con la guerrilla colombiana. En 50 años de lucha, la confrontación estaba casi pareja.
Las últimas afrentas militares contra las Farc-EP no han sido ejecutadas por el Ejército de ese país, sino por las tropas gringas. Un sofisticado despliegue tecnológico, promovido desde aquel Plan, ha permitido los golpes contra las Farc.
Como correlato, se agrede a Venezuela, al gobierno bolivariano, al presidente Hugo Chávez y, ¡no podía ser de otra manera!, a Telesur. Esta televisora acaba de cumplir tres años de creada. Qué casualidad: cuando comenzó fue precisamente en Colombia donde se distorsionó su origen mediante un video.
Los voceros del Gobierno colombiano han banalizado el hecho de la utilización de los logos de Telesur en el montaje que se hizo en la llamada Operación Jaque. Los defensores de la libertad de expresión hacen mutis. Otros, silencio total. Esto es lo que los delata.
Periodista/Prof. universitaria