Señores
Observatorio Global de Medios
Capítulo Venezuela
Caracas
Estimados compatriotas y amigos:
Reciban mi saludo en ocasión de enterarlos de un hecho realmente asombroso, que merece una serena reflexión. No tanto por obtener respuestas que de poco o nada servirán, sino para reafirmar que –efectivamente- como bien lo sugiere ese Observatorio Global en el contenido de los “objetivos” de su constitución, los medios se encuentran actualmente secuestrados al servicio de intereses económicos, exclusivamente:
“En la sociedad actual los procesos de monopolización corporativa de los medios se han convertido en una amenaza a la pluralidad, confiabilidad y oportunidad de la información. Solo el desarrollo de un vigoroso conjunto de medios de distinta conformación –privados, de servicio público, no gubernamentales, comunitarios, alternativos– garantizaría la dimensión ética, la legitimación de la responsabilidad social y la democratización de la comunicación social a través de una efectiva participación ciudadana.”
Es el caso que el viernes 24 de octubre del año en curso, el periodista que funge de Defensor del Lector en el diario El Nacional, Lic. Ronald Nava García, ocupa toda su nota editorial (que acostumbra escribir cada semana), para cuestionarme, sin nombrarme, dizque para no “alentar” -como él mismo lo afirma allí- mi afán de figuración... simple y llanamente porque he sido y soy crítico agudo y severo de la línea informativa que ese diario decidió adoptar, desde que tomó la determinación, hace ya varios años, de convertirse en activo instrumento político de la oposición, no para enfrentar al gobierno dentro de los cauces de la democracia que bien perfila la Constitución Bolivariana de 1.999, sino para conspirar abiertamente todos los días del año, por la vía de manipular la información, decir mentiras para engañar y esconder todo aquel hecho o suceso que de alguna manera hable bien de Chávez o de su gobierno. Hay que recordar, y muy seguramente El Observatorio guarda esos ejemplares, las ediciones de El Nacional de los días 11 y 13 de abril de 2.002, en las que queda más que evidenciado, el papel que desde entonces ha venido jugando ese periódico.
El Defensor, como ustedes pueden verificarlo enseguida, donde reproduzco totalmente su nota editorial, descarga sobre mi su protesta con la mayor furia, lo cual, les confieso, me sorprendió sobremanera. Pues lo que menos podía llegar a imaginar es que un periodista de tan larga experiencia (35 años en el ejercicio, según su testimonio), que asume tan noble y delicada posición de DEFENSOR DE LECTORES de un medio, auto-catalogado como “gran diario”, pudiera caer en tamaña intolerancia frente a un lector que lo único que intenta y ha intentado hacer en muchos años (creo que más de 40), es hacer valer su derecho, a que se le informe con veracidad, con equilibrio y de manera oportuna, para cuyos efectos ha utilizado siempre la Sección Cartas de ese diario, y, luego, con mucha más intensidad, el espacio que apareció años después como Página para la Defensoría del lector.
Estimo necesario advertirles que mi estilo de reclamar la manipulación, el sesgo y la falacia, ha sido siempre muy directo, sin remilgos, adornos ni lisonjas de ningún tipo... como entiendo que deber ser. Y quizás en ello ha querido encontrar el periodista Nava García, mis “faltas de respeto” e “insultos”, de los que me acusa, y que, por lo visto y leído, le han colmado la paciencia”.
Cordialmente,
Iván Oliver Rugeles
Cc/Aporrea
EL NACIONAL - Viernes 24 de Octubre de 2008
El defensor del lector
Con el perdón de todos
RONALD NAVA GARCÍA
Creo que esta crónica les parecerá -como a nosotros- tan particular como inusual. En 35 años como periodista uno ha conocido muy bien las presiones, particularmente las que se ejercen desde el poder político y económico. Le han llovido a uno quejas, exigencias y pretensiones de ministros, dirigentes partidistas, capitanes de empresas y también de sus respectivos mandados, pero ya les digo que nunca antes le había visto tan de cerca la cara al chantaje como animal de presa.
Lo inusitado proviene de que es un supuesto lector quien pretende, en una escalada progresiva, obligarnos a prestar este espacio para darle cabida a insultos, manipulaciones, medias verdades y mentiras absolutas; disfrazadas todas de correcciones, quejas, exigencias y pretensiones éticas que convertirían "la basura informativa que publica El Nacional en algo digno y profesional", que las comillas son nuestras, así como es nuestra la indignación y como ha sido nuestra la paciencia franciscana con que hemos afrontado el asunto.
Este supuesto lector, a quien no vamos a identificar para no alentar su afán de figuración, ha recurrido ahora al chantaje de copiar en los correos que envía a El Nacional a personalidades que no tienen nada que ver con los temas que escoge. Antes ya lo hacia con otros medios, especialmente los digitales afectos a su causa, que uno sabe bien por dónde viene la cosa. Dos de esos "invitados" han escrito al periódico para mostrar su extrañeza, y uno le ha dado hasta con el tobo, al responderle directamente.
Muy posiblemente esta persona ha escrito más en la sección de cartas de los lectores que los columnistas fijos del periódico, y aquí mismo en esta página ha contado con la generosidad -y creo también que con la candidez- de los responsables del momento.
Uno mismo, aprendiz de defensor, facilitó la presencia de su firma, hasta cuando la cosa se hizo evidente y ofensiva, no en el plano personal, que a eso llegó cómodo y grosero en comunicaciones privadas, sino en relación con cualquier persona que lea el periódico.
Uno, como periodista, tiene la obligación de informarse, y en ello recibimos una sorpresa monumental cuando descubrimos que esta persona, en un portal confesional, llegó al extremo de "glosar" -en beneficio de su causa y sus verdades- la Constitución de un país extranjero, adulterando el texto original, aprobado en 1974 y que, además, había sido modificado legalmente en varias oportunidades. ¡Ay! constitucionalista también.
Cortaré aquí las referencias adicionales, que si les preguntamos a los lectores, colaboradores y periodistas que han resultado agredidos por esta persona la lista podría resultar muy larga. Debe uno agregar que, en lo personal, este episodio ha sido único porque en 17 meses de defensor las cosas se han resuelto siempre sin que le quede a uno en la boca un mal sabor, aun cuando los desacuerdos y el disenso sean el carburante natural de todos los días.
Desea uno ofrecerles disculpas a los lectores, a los verdaderos lectores, por el tono, que se pone uno medio panfletario; y obviamente por ocupar el poco espacio disponible con esta cosa. O así.