Cuando se hablaba de credibilidad, recurríamos a los medios como pregoneros confiables de verdades, buscábamos manera de confirmarla ciegamente, solo a través de ellos, además adornaban la noticia con una patente que habían construido con periodistas de comprobada honestidad responsabilidad y respeto.
Se fueron deteriorando de tal manera, que se trasformaron en monstruos insensibles, perdieron la cara que mostraban y se hundieron en pozos sépticos de mentiras que deformaron el oficio y los convirtió en mercenarios entregados al mejor postor, se adueñaron de los medios de información para hacer unos partidos políticos sin militantes, donde lo acompañan borregos hipnotizados, manejados por la ilusión de pertenecer al elenco de farsantes que solo tienen como objetivo estafar a un pueblo.
La máscara se cayó ante la conciencia combativa del pueblo; dejaron de ser la vitrina donde se obtenía confianza, para convertirse en un saco podrido lleno de ambiciones que vendieron su alma al diablo y se fueron alejando del oficio, para hoy ser estrellas en círculos de traidores que entregaron el esfuerzo de padres honestos, a la indolencia mercantilista de traidores.
La forma que encontraron para sobrevivir fue deshonesta, no midieron daños, ni valoraron principios, se trasformaron en palangristas que arrastraron la credibilidad de familias honestas, que habían luchado por ideales y soñado en la construcción de una patria libre, independizada de imperios opresores; mancharon sus abolengos y metieron en un saco podrido sus valores, dejando a los verdaderos periodistas avergonzados de que los confundan con mercenarios palangristas.
El pueblo reconoció la metamorfosis que produjo la ignominia y la traición; se deformaron tanto que ya no se creen ni ellos mismos, dejaron de ser conductores de verdades, se ofertaron a trasnacionales que tarifan la dignidad de blandengues y pisotean pueblos con la anuencia deformada de traidores, pusieron precio a la confianza que el pueblo les había concedido, para ser hoy sacos podridos de mentiras.
Tratan de utilizar sus cochineras para influenciar en la conciencia de un pueblo que dejó de creerles, ya agotaron los recursos subliminales y evidentes para captar; la violencia se plantea como su única arma para defender lo indefendible, pero no tienen quien lo respalde, le dieron la espalda al pueblo y saben que si llegan con la desesperación a plantear el combate, el pueblo los barrerá; en las últimas experiencias de agresión en las invasiones que hacen en el mundo, han salido con las tablas en la cabeza, se está derrumbando el imperio que los protege, ya el capitalismo mostró el principio de su desaparición y el camino de mentira que les queda por recorrer es corto, porque PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
HAZTE CONCIENCIA.
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