En estos días leí un artículo de Augusto Hernández, publicado en estas páginas, titulado ¿Qué culpa tiene la estaca? en el cual señala el papel de detractor a ultranza de la labor gubernamental asumido por un medio televisivo, dentro de un estilo que pareciera moderado e intenciones que parecen cargadas de la mejor buena fe, pero que en el fondo tienden a demostrar, en concordancia con la línea editorial del canal, “una febril actividad conspirativa que, desde 2001 a esta fecha, no ha cesado ni un instante de incitar a la subversión” basándose en el falso supuesto de que “el país se encuentra al borde del abismo, sin que aquí jamás se produzca una sola buena noticia y todo se circunscriba a un panorama catastrófico”.
Contrasta este estilo del canal aludido al que mantiene el Presidente en sus intervenciones públicas, no obstante que en ocasiones emplee un lenguaje que “raya en lo ofensivo” y luce amenazador para los propietarios de ese medio en caso de que mantengan su actitud de constante provocación e irrespeto hacia su persona y al Gobierno que representa y que al decir de un amigo del columnista más le valdría que ladrara menos y mordiera algo, al igual que cuando exhorta a sus propios compañeros del Ejecutivo y otros poderes a realizar alguna acción que él considere ejemplarizante y en concordancia con los principios socialistas que él enarbola y no le hacen caso. Ejemplo de esto fue la vez que emplazó a los altos funcionarios del gobierno a rebajarse los sueldos o irse a la empresa privada donde no hay límites para estos y la reacción fue que al final terminaron aumentándoselos como fue el caso, por ejemplo, del TSJ que antes de acatar la recomendación se aprobaron unos bonos fabulosos y luego se los rebajaron al 50% con lo cual quedaban ganando más que antes y de esa manera acataban el exhorto presidencial, pero en verdad, al final, pareció ser una burla.
Menos mal, como señala el columnista, que Dios premió a Chávez con una oposición incapaz de aprender de sus errores y que, por lo tanto, mete la pata a cada rato, no obstante lo cual la mayoría de los medios, incluyendo los escritos, siguen desinformando a la opinión pública, creando problemas de salud mental sin que se tome una medida realmente seria en su contra sino que más bien parecieran ser premiados por los organismos oficiales mediante el otorgamiento de pautas publicitarias pero, en cambio, estas no llegan a los medios que defienden el Presidente y su Gobierno cuya queja es permanente en este sentido ya que la mayoría de ellos escasamente logra mantenerse a flote, dándose el caso inclusive de que periódicos como “Los papeles de mandinga” y “La hojilla impresa” han dejado de circular por esta razón. Yo no sé si los encargados de asignar pautas publicitarias a los medios son quintacolumnistas o tienen algún interés en hacer estas asignaciones y discriminaciones, ¡pero de que vuelan, vuelan! Y vamos a ver si ahora que el Presidente en una de sus presentaciones televisadas dio instrucciones precisas en el sentido de favorecer con el otorgamiento de pautas a las emisoras comunitarias y los medios alternativos se hace justicia o, como en otras oportunidades los funcionarios correspondientes se hacen los locos y dejan pasar el tiempo a la espera de que el olvido se encargue de lo demás.
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