Definitivamente para los venezolanos es difícil renunciar al matriarcado, porque a medida que avanza el tiempo, las mujeres como que avanzan aceleradamente desplazándonos y justificadamente de muchas posiciones y demostrando que son más decididas y valientes,que los meros machos a la hora de enfrentar amenazas y dificultades.
La última demostración nos la acaba de dar la doctora Luis Ortega Díaz, desde la Fiscalía General de la Nación,que al fin se atrevió a colocarle el cascabel al gato, acción que habían desechado muchos machos, criollos y vernáculos que habían pasado por esa posición, pero por omisión,complicidad o por no querer meterse en la candela, se hicieron los locos ante la grosera y retadora posición de algunos propietarios de medios de comunicación social en el país, que incitan al magnicidio, promueven la calumnia, la prostitución,traición a la patria y toda clase de anti valores de manera irresponsable,porque este es uno de los pocos países del globo terráqueo donde el poder escandaloso del espectro mediático no tiene ente regulador.
Esto no es nada nuevo, ni exclusivo de Venezuela y seguramente que esta valiente posición de Luisa Ortega Díaz,quien desde ya está vetada de por vida en los grades medios y ha firmado su condena a la horca, al descuartizamiento y a la excomunión, por parte de la canalla mediática y politiquera, servirá de ejemplo para muchas y muchos compatriotas de la Patria Grande, donde la PESTE MEDIÁTICA al igual que en Venezuela hace estragos en la moral y soberanía de nuestros pueblos.
Estas posiciones patrióticas y propias de una dama que ha demostrado su profundo sentimiento venezolanista y responsabilidad de madre al proponer darle un “parao” a la criminal irresponsabilidad de algunos dueños de medios de difusión han sido anheladas por el pueblo indefenso desde hace años y el clamor por el control de estos tampoco es nuevo, ni exclusivo de los socialistas, sino para muestras un botón: La democracia consiste en someter al poder público a un control, una característica esencial. No debiera existir en una democracia ningún poder político incontrolado. Ahora bien, la TV se ha convertido en un poder colo9sal; se puede decir que es particularmente el más importante de todos, como si hubiese reemplazado las voz de Dios. Y seguirá siendo así en tanto continuemos soportando sus abusos. La TV ha adquirido un poder demasiado extendido en el seno de la democracia. Ninguna democracia puede existir sino le pone freno”. Esta reflexión, no es de Hugo Chávez, de Fidel Castro, de Rafael Correa, de Evo Morales, de Daniel Ortega, mucho menos de Carlos Marx, George Politzer , Vladimir Lenín o Ivan Mezzaro. Nada de eso este grito de alerta ante la amenaza mediática pertenece a Karl Poper, una pensador del siglo XX, ubicado en el campo de la derecha y aún cuando ha realizado extraordinarias investigaciones relativas a la comunicología, es más conocido en el mundo de la docencia, que en el periodístico.
“Dada la situación privilegiada de los grupos hegemónicos latinoamericanos que se sitúan entre el mundo del desarrollo y el nivel nativo marginal, y dado el hecho de que esos grupos están orientados hacia el exterior y tienen más vínculos con él, que con su propio medio, no es de extrañar que la propiedad de los medios de comunicación social sea patrimonio casi exclusivo de estos privilegiados y que transmitan al mundo marginal valores que reflejan una sociedad que no es la nuestra”. Cardenal Raúl Silva Henriquez, Primado de Chile,en el discurso pronunciado ante el Congreso Mundial de la Asociación Católica Internacional para la Radio y la Televisión,reunido en Munich Alemania,en abril de 1968. Esta posición corresponde a alguien de quien no se puede sospechar que sea ni siquiera rosadito y no es de ahora, sino de mediados del siglo pasado.
Hubiésemos querido traer a estas líneas parte del “Documento de Puebla”, aprobado por la Conferencia Episcopal Latinoamericana, reunida en Puebla, México, en 1979,para argumentar mejor nuestra posición, pero dado el tiempo y el espacio, prometemos que en una próxima oportunidad lo haremos.
A nuestra compatriota Luisa Ortega Díaz, toda nuestra solidaridad y apoyo moral, que creemos representa el sentimiento de la inmensa mayoría de los periodistas venezolanos honestos que llevamos el código de ética,como biblia de consulta en nuestro quehacer cotidiano.
No importan los ataques, que como el que le hizo una botella de Wisky andante en Globovisión, que por cierto se calza con el nombre de nuestro General en Jefe de Tierra y Hombres Libres y que por su condición de alcohólico terminal tuvo que renunciar a una magistratura en CNE,lluevan en las pantallas y en las ondas hertzianas. Que lo hagan mientras les quede tiempo, porque al final la valentía, la responsabilidad de venezolana integral ante el momento histórico que vivimos y su posición digna, la distinguirán por siempre como: “Una mujer sin miedo y bien plantada que enfrenta a las mafias apátridas.
Periodista*
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