En la búsqueda del periodismo perdido

“No es fácil discernir si el periodismo contemporáneo es un cínico propósito de lucrarse envileciendo al hombre o un apostolado “cultural” de mentes irremediablemente incultas”. Nicolás Gómez Dávila.

Empiezo a hacer una especie de analogía con el libro de Marcel Proust, En Busca del Tiempo Perdido, obviamente en un contexto totalmente diferente, ya que el escritor francés se valió del recuerdo como el único mecanismo para indagar en cada una de las etapas de su vida y esculpir a través de la escritura y la estética del silencio esta gran obra maestra. ¿Qué se le había perdido a Marcel Proust? A Marcel Proust se le estaba yendo la vida, postrado en una cama, debido al asma que prácticamente le imposibilitaba salir al mundo exterior. Por eso, en medio de la nostalgia y el desahogo, dejó plasmados a través de la policromía de su escritura los abismos de la psique humana, las motivaciones inconscientes y la conducta irracional, sobre todo en relación con el amor.

¿Pero qué tiene que ver Marcel Proust y el periodismo perdido? Absolutamente nada, sólo una mera alusión metafórica y un sentimiento compartido de nostalgia por la pérdida de referencias en el gremio periodístico venezolano. Hemos presenciado casos tan ridículos como el ocurrido en semanas anteriores, cuando un grupo de periodista se apostó frente a la Fiscalía General de la República a pedir “justicia” por el caso de “Últimas Noticias”. Allí pudimos observar cómo el Presidente del Colegio Nacional de Periodista se sentó en el piso, en actitud místico-religiosa, trashumante al mejor estilo del Dalai Lama. Este y muchos otros casos demuestran los altos grados de estupidez y ridículo al cual nos están sometiendo los comunicadores “quijotes de la libertad”.

El periodismo se está convirtiendo en un hecho risible y burlesco, en un show generador de vergüenza. Aquellos quienes deberían ser ejemplo de la agudeza crítica, de la investigación profunda, han devenido en el eco de la voz dominante de los empresarios de la comunicación. Y es justo en medio de esta reflexión cuando me asalta la imagen del pana Pedro Chacín, un llave que se burlaba sin ningún tipo de contemplaciones de las formalidades y de las costumbres legadas e inoculadas por las escuelas de periodismo.

¿Y AHORA, QUÉ TENEMOS?

Si nos pusiéramos a hacer un análisis pormenorizado de lo que está pasando en el periodismo venezolano, creo que a todos nos tocaría apelar al Prozac para no caer en el abismo de la depresión. Quienes antes fueron referencias obligadas del periodismo son ahora personajes agobiados por los estragos de la menopausia y la andropausia, cuyo único logro ha sido generar histerias colectivas y una oposición visceral a toda propuesta que venga de Chávez. En cada columna de opinión, en cada programa de radio y televisión se materializan estas histerias que el lector asiduo de prensa tiene que calarse casi sin remedio.


LOS CONVERSOS

Esta es la parte más denigrante del gremio, personas que en algún momento fueron nostálgicos de las revoluciones generadas en el orbe, que se extasiaron con los aparatos ideológicos del estado de Althusser, a quienes les hubiese gustado peinarle la barba a Fidel, que leyeron a Teodoro Adorno y sus teorías críticas, que engulleron vorazmente a Giovanni Sartori y su libro El Homo Videns. Tiempo después, con la caída del Muro de Berlín, se creyeron el cuento estúpido de Fukuyama y hoy son unos vergonzantes de las teorías de izquierda, adalides de los intereses de los dueños de medios de comunicación, quienes sin argumento y racionalidad alguna defienden cada una de las acciones individuales de sus patronos. Es el caso de Guillermo Zuloaga, un fanático de la caza, de las cabezas de elefantes y de la mamá de Bambi.

Cuando el Ministerio Público sacó a la palestra esta actividad lúdica del terror del reino animal, la hegemonía mediática no escatimó esfuerzos en defender estas prácticas “civilizatorias” y “civilizadas” de la “Sociedad Civil”.

En medio de una hemorragia verbal, Kiko Batista salió a defender a su mentor, arguyendo que las libertades individuales estaban en peligro y que las acciones del Ministerio Público configuraban un terrorismo rojo-judicial que estaba socavando los cimientos de la democracia y de la libertad de expresión.


LAS NUEVAS GENERACIONES

Aquí la cosa se pone más dura. Hay todo un ejército de nuevos “profesionales” que salen de universidades privadas y que se creen los defensores a ultranza de la libertad de expresión, dotados de una serie de herramientas conceptuales y de prácticas de resistencia civil, legadas por sus amigos de la Europa oriental.

Estos jóvenes quieren encarnar una lucha épica y titánica cuyo resultado sea sacar a esa bestia indomable que es el presidente Chávez. Pero obviamente hay un mentor detrás de esta escena, quien es el encargado de formar esta nueva generación. Es nuestro connotado contertulio Luis Ugalde, a quien la historia le adjudicará algún día haber sido el progenitor de esta caterva de sifrinitos, quienes a su vez pasarán a la historia por haber generado una dualidad en la profesión. Al mejor estilo de Clark Kent, en cada pauta y rueda de prensa, se quitan el ropaje de periodista y se convierten en exitosos y asiduos comerciantes de AVON.

LOS DILETANTES

En el contexto de un golpe de estado propinado por los medios de comunicación y partidos políticos, quienes valiéndose del espectro radioeléctrico crearon una especie de realidad virtual, asesinaron a militantes partidarios del presidente Chávez y desataron una sangrienta cacería de brujas, surgen los diletantes, un “espécimen comunicacional” al que no le quedó otra que agarrar un micrófono y romper el cerco mediático para restituir el hilo constitucional que rompieron los periodista, los políticos y los dueños de medios de comunicación.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE ESTE GUETTO

Este guetto nunca pasó por un recinto universitario y es por eso que hemos observado con absoluta preocupación como el gremio periodístico se ha lanzado en ristre en contra de esta especie que, sin título alguno, ha osado entrevistar a representantes de la fauna política venezolana y ha generado animadversión hasta tal punto que nuestra connotada Marta Colomina sugiere en una de sus columnas que estos jóvenes maleducados no usan micrófono, sino un fusil para asesinar moralmente a sus entrevistados.

Ni qué decir de nuestro queridísimo amigo miembro del CNP, Roger Santodomingo, quien se explayaba en una serie de adjetivos tales como “sátrapas y esbirros del régimen”. Estos fueron los conceptos que alcanzó a hilvanar nuestro ilustre amigo. Pero como la idea no es hacer una lista innumerable de cada uno de los epítetos lanzados por Ravell, Ramos Allup, Antonio Ledezma, Comando Nacional de la Resistencia, etc., ni tampoco vamos a enunciar las innumerables agresiones hacia la integridad de estos “especímenes comunicacionales”, pasamos a hacer un perfil de dichos personajes.

PERFIL PSIQUIÁTRICO

Normalmente son gente que viene de estratos populares, jóvenes resentidos, peluos casposos que no tienen ninguna consideración ética ni estética, ya que no fueron formados bajo la disciplina académica, la moral o las buenas costumbres de la reserva moral de Venezuela. Van desaliñados a las pautas, tutean a los entrevistados sin importarles que sean representantes de la SIP, de la Cámara de Comercio de Venezuela, de CEDICE y, no conforme con esto, utilizan el sarcasmo como mecanismo de interlocución personal. En fin, un desperdicio de la sociedad que empaña y polariza al ambiente político y al gremio periodístico, los cuales gozaban de una estabilidad emocional entre sus integrantes hasta el infortunada advenimiento de estos diletantes.

CONCLUSIONES FINALES

El objetivo de este ensayo se salió de sus cauces, ya que no generó una reflexión y tampoco encontró al periodismo perdido. Muy por el contrario, me dejó y nos dejó en el mismo abismo moral en que nos encontrábamos, aunque quisiera decir unas cosas antes de dejar estos trazos plagados de mediocridad.

Me asombra ver como el trabajo de Avila TV y el de Mario Silva son blanco de una serie de apelativos y ensañamientos intolerantes por parte de un sector conservador de la revolución y obviamente por la derecha venezolana. Este periodismo insurgente ha desatado una diarrea de artículos en donde lo que se busca es el linchamiento moral de estos comunicadores quienes osaron hacer comunicación alternativa. Pero también hay un objetivo real: sacarlos del aire debido a ese lenguaje “soez e irrespetuoso” con el cual hacen comunicación social.

POSDATA 1

Un filósofo colombiano decía sobre la literatura que la poesía que carece de musicalidad, tiende a convertirse en un cementerio de imágenes. Esta frase pudiera aplicarse por analogía a la discusión en cuestión sobre el periodismo. La mediocridad, el odio visceral, la vanidad, la farándula y el show son los sepultureros que van empujando el oficio del periodismo a una fosa lúgubre, pestilente y de la cual no hay escapatoria.

POSDATA 2

No estamos pidiendo estatus de beligerancia a la academia, ni al gremio periodístico.


pedro.stevenson@gmail.com


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Pedro Carvajalino (Ávila TV)


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