Es posible que el evento sea pura casualidad, pero pude observarlo durante este martes (05/01/2010) y en tres sitios distintos. En una Farmacia a la cual acudí para comprar un medicamento, estaba un señor en la cola y mientras esperaba por su turno para cancelar, mantenía más o menos a una alta voz una especie de discurso sobre el caos. El Señor había pasado los días navideños en el estado Zulia y allá, según la información que ofrecía en el discurso del caos, todo estaba bajo el signo de la paz y tranquilidad. El Zulia era una zona libre y pacifica.
Antes de oír este tercer discurso sobre caos, estuve en un punto de venta de periódico y ahí se encontraba instalado un señor de apariencia distinta a la anterior (moreno, tenía aspecto de obrero y aparentaba unos 60 años) exponiendo casi con las mismas palabras e iguales referencias, una situación según la cual, el país se estaba cayéndose a pedazos. En este segundo caso, el señor además de tener una apariencia distinta al anterior, no era un visitante regular de ese punto de venta de periódico (compro regularmente periódico en ese punto) y estuvo un largo rato presentando su discurso del caos. En el primer caso, el señor desapareció una vez cancelado lo que había ido a comprar.
Más temprano en la mañana oí casi con las mismas palabras el mismo discurso de l cos cuando intentaba tomarme un café en una panadería. En ese sitio, un señor con apariencia de “pueblo” (muy parecido al segundo) y una edad entre 50 y 55 años, lanzaba su propaganda del caos. Todos estos tres casos centraban sus intervenciones con la idea de sembrar angustia y miedo. El discurso era muy antichavista, pero sentí que insistían en activar sentimientos de angustia y crear una situación donde el miedo tuviera un espacio. Me sorprendió que estos dos últimos casos, el discurso del caos fuera coherente o muy bien aprendido.
No intento subestimar, simplemente me detengo en que el primer caso, el señor parecía un profesional clase media alta y en los otros dos casos; la apariencia daba otra ruta desde el punto de vista social y educativo, pero el discurso del caos, a pesar de las aparentes diferencias, era muy similar en el uso del lenguaje y de las referencias. No es muy frecuentes estos parecidos.
Todo esto acontecía bajo un marco que lo favorecía porque la ciudad de Barcelona (Anzoátegui) había amanecido un poco alterada por los enfrentamientos entre dos bandas de delincuentes que dejaron varios muertos y una intensa operación policial para reducir estos focos de violencia.
Noté que los tres discursos del caos manejaron muy bien los sucesos de violencia con situaciones vividas recientemente y casi sin mucha relación. Ahí apareció con buen montaje la crisis bancaria, el ahorro energético y otros temas mezclados, pero muy bien aprendido como discurso del caos. Después de haber oído el primero y de estar en presencia del segundo, me preguntaba si estas dos situaciones, que después resultaron ser tres, eran parte de una casualidad o correspondían a un plan o programa bien concebido, cuyo objetivo se orienta a reforzar todo el discurso del caos que se trasmite insistentemente a través de los medios de comunicación audiovisuales y escrito alineados con el proyecto neoliberal.
Si estos tres eventos fueron acontecimientos casuales, evidentemente no hay repercusiones, pero si por el contrario, forman parte de un programa que se ejecuta en vivo y con personas que socialmente se parecen a los que son responsables de colocar este discurso del caos, es necesario preguntarse: ¿Qué tan efectivo puede ser este discurso o propaganda del caos?
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