No tienen ravelos de paja

Uno de los espectáculos más dignos de ser disfrutados en este martes carnestolendo, mano a mano con el carnaval de Río, lo constituye el aire de tristeza y dignidad ofendida que emana de la pantalla de Globovisión.

Naturalmente la irrupción del rey Momo y las comparsas ha creado un suspenso en los espacios habituales del canal favorito de Hillary Clinton. Los locutores, animadores, anclas, productores o como se denominen los responsables de cada segmento, han ratificado con voz trémula el apoyo que les merece ese dechado de virtudes, santo patrono y gerente general que fue Alberto Federico Ravell.

Todos juran, a una sola voz, que seguirán su ejemplo, que lo consideran el maestro y líder fundamental, creador del estilo único de la planta que mantiene viva la conspiración y le da casquillo a los dirigentes más intransigentes y a sus compinches guarimberos. Simultáneamente hacen ver que el despido del jerarca de Globovisión obedeció a una maniobra artera en la que, con seguridad, está metida la mano del gobierno.

Sin embargo, aunque usted no lo crea, hasta ahora ninguno de los hinchas del gerente siquitrillado ha manifestado la voluntad de retirarse en solidaridad con el accionista minoritario del canal que tiró la toalla, utilizándolo, según se rumora, como chivo expiatorio.

Todos hacen pucheros y dicen ‘tan bueno que era’, pero nadie se refiere a la aplanadora que le pasaron los socios mayoritarios, el banquero Mezerhane y el guipuzcoano Zuloaga, lo cual demuestra una vez más que a rey muerto, rey puesto y a llorar al valle.

Si no me quieren creer pueden apreciarlo con sus propios ojos. Contemplen a Roberto Giusti aferrado a su programa, tal como lo hiciera el hermano en Pdvsa. Aprecien a la cadavérica Nitu Pérez Osuna, quien parece recién salida de una huelga de hambre pero no obstante ‘papea’ completo a cuenta de variados anunciantes. Fíjense en la atildada Gladys Rodríguez, fungiendo de plañidera oficial en la lectura de comunicados, para luego seguir narrando noticias de lo más quitada de la pena. Vean como Kico, Carla y Roland Carreño se pelotean la noticia, sin pasarse de la raya, no sea que les digan: ‘!Señores, buenas noches¡’ al estilo de cierto narrador deportivo que así cantaba los nocauts.

Ciertamente la primera ley de la farándula es que el show debe continuar y así lo harán por mas compungidos que se encuentren. Alberto Federico fue el cordero sacrificado en el templo conspirativo para hacer ver que ni Mezerhane ni Zuloaga tiene ravelos de paja.


augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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