La tecnología es maravillosa. Internet es algo tan increíble que a veces intento buscar alguna comparación para equipararla y sencillamente no la encuentro. Acuerdo mucho de la computadora de Batman (La serie de TV). Pesaba una tonelada y la tenía en la baticueva, cuando Batman le consultaba algo tenía que esperar que botara un papelito con tres o cuatro palabras, que leídas comprensivamente, eran razonadas por Robin, el joven maravilla, y entonces decía “!santa bati_combinación de palabras Batman!”. Pero eso es ya paso, era tan inocente.
!Hoy existe el Twitter!, algo tan sensacional que está dejando atrás al “facebook”. Hoy un exdirector de un canal de TV, expresó que estaba ansioso de terminar la rueda show, donde estaba explicando porque lo botaron de su trabajo, para ir a ver que estaban publicando en el Twitter. Entonces, por simple asociación podríamos suponer que la junta de accionistas lo dejó cesante porque se la pasaba “twitteando” en la oficina. Vaya usted a saber.
Lo cierto es que ante tal exaltación al nuevo medio de comunicación, interactivo por demás, decidí ver que se estaban escribiendo en el Twitter, y me meti…
Que cosas…, “pow”… así sonaban los puñetazos que Batman le daba a los malhechores. Qué cosa tan deprimente. Insultos, frases estúpidas, ideas locas, odio, rencor, locura…todo lo que se pueda imaginar salir de las entrañas de gente enferma de una mala obsesión o delirio manaba de las cortas intervenciones escritas, por cierto con pésima ortografía.
Cuando me siento ante un computador, generalmente es para leer información relacionada con mi trabajo, para investigar, y de vez en cuando para ver el youtube, y hasta para jugar. Poco, muy poco de las redes sociales para internautas, y debe ser por eso que me sorprendí, y a lo mejor estas líneas para quien me lee no sean noticia o novedad, pero es para pensarlo seriamente: ¿vale la pena tanta tecnología?, ¿vale la pena tanto conocimiento y talento de los creadores y científicos?, ¿vale la pena tanta energía para que en estas redes se difundan tantas sandeces?
Cada quien tiene derecho a expresarse, de hecho, yo lo hago en este instante, pero es un torrente de bilis lo que se escriben los oposicionistas. Yo los invito a reflexionar y a revisarse, están mal, están enfermos, no es cuento. Discúlpenme la franqueza.
Una de las más enconadas temáticas de los oposicionistas se centra en las ayudas, donaciones, inversiones y asistencias que el gobierno hace a otros países. Y me refiero a esto en particular, porque escuche por TV a un obispo católico, de Coro para más señas, referirse, tan despectivamente que dude de su condición de obispo. El hombre perdió el rumbo, abandono su fe. Perdió los papeles. En lugar de la caridad, practica la mezquindad y la avaricia. Anda preocupado porque debe mudar una emisora de radio de su propiedad, y tiene que gastar dinero. Lejos esta de él el espíritu misionero, el pastoreo de hombres.
Con el ejemplo descrito, desde mi perspectiva, por supuesto pretendo hacer ver como se pierde la integridad. Si la ha perdido un hombre que con sus años y su formación debería estar blindado del pecado, ¿qué quedará para el común de nosotros?. De hecho, si analizamos un poco más el caso del exdirector de canal de televisión, el resultado es tan patético como el del obispo. El hombre estuvo 15 años dirigiendo un canal de noticias, y antes estuvo en altos cargos gubernamentales para fines similares de información y difusión de mensajes. Y el tipo va a ahora a comparar el poder del Twitter con la potencia informativa que significa un canal de TV de alcance nacional y hasta internacional. El hombre no se ha dado cuenta que dicha red social, solo llega a una porción mínima de la población, y en consecuencia solo es una moda pasajera que jamás llegara a tumbar al gobierno, si esa fuera su meta personal. No se da cuenta que quienes lo escuchan y lo siguen son una minoría, que comparten algún objetivo o sueño, y en consecuencia opinan y piensan igual, “Twittean” de lo mismo.
manuelgragirena1@gmail.com