Análisis: La guerra contra Venezuela también está desatada en las redes sociales

Caracas, abril 24 - La incesante fabricación de noticias falsas en las redes sociales sobre la situación en Venezuela tiene un propósito político bien definido: aumentar el expediente que desde Estados Unidos se maneja con respecto al país sudamericano para luego reclamar una intervención militar.

A medida que aumenta la agresividad en el verbo de la derecha para satanizar el proceso chavista, también lo hacen mediante la manipulación mediática. Una no existe sin la otra.

La mentira como recurso de guerra informativa a nivel global es actualmente utilizada como apoyo narrativo de Washington para aplicar medidas de fuerza, sean sanciones financieras o judiciales, o una mayor interferencia en los asuntos internos.

Necesario es recordar que a partir de las 'fake news' o noticias falsas, como lo fueran las construcciones de los 'bombardeos' a la plaza Verde de Trípoli, en Libia, por parte del 'régimen' de Muhamad el Gadafi, las 'armas de destrucción masiva' en Iraq o el 'ataque químico' por parte de Al-Assad en Siria, la Casa Blanca justificó su entrada en estos territorios como 'el dueño del mundo en defensa de la paz'.

Todos esos puntos de quiebre se marcan y definen en el escenario venezolano, donde mediante una guerra no convencional intentan mostrar la peligrosidad del Ejecutivo bolivariano y la urgencia de su desmonte.

Ante el hostigamiento contra Venezuela mediante ese discurso, queda claro que no constituye una nueva práctica, sino forma parte de un recurso mediático y político global, con el cual buscan imponer la matriz de 'Estado fallido' y de 'terrorismo de Estado', sobre la base de falsas torturas y persecuciones contra la oposición.

INTERNET, TERRITORIO GOLPISTA DE PRIMER ORDEN DE EE.UU.

Los altísimos decibeles contra la nación en la oratoria de los presidentes norteamericanos -primero Barack Obama y Donald Trump después-, así como otros actores políticos como el senador Marco Rubio, no es un virus que eventualmente terminará por pasar, logren o no sus objetivos.

Los personajes marcan la pauta de la arquitectura del sistema de seguridad nacional estadounidense, donde incluyen internet como territorio de primer orden para los objetivos del gobierno norteño, cuyas operaciones de influencia global no son ataques dispares contra el enemigo de turno. Una pesquisa realizada por el portal web Misión Verdad, devela que el Departamento de Defensa de Estados Unidos creó el programa Las redes sociales en la comunicación estratégica, con la doble premisa de 'identificar y contrarrestar las campañas de desinformación y de engaño del enemigo en esta plataforma, reduciendo la capacidad del adversario de manipular el entorno informativo'.

El proyecto develado en 2011 y finalizado supuestamente en 2015 después de una ola de críticas, es blanco de análisis en la actualidad por especialistas en el tema, quienes aseguran que sus estructuras siguen tan vitales y actuantes como entonces.

No obstante, las creaciones del Pentágono datan de años antes con la puesta en acción del Centro de Comunicaciones Estratégicas Contraterrorismo (CSCC), el cual utiliza abiertamente internet como mecanismo para contrarrestar la 'propaganda enemiga'.

En palabras de su fundador, el embajador retirado Richard LeBaron, 'el CSCC materializa la especialización de la diplomacia pública en el campo de las redes sociales, como los equipos SEAL se especializan en acciones contraterroristas en el plano táctico'.

El Centro cuenta con tres equipos multidisciplinares: Inteligencia y Análisis, Planes y Operaciones, y el Digital Outreach Team, encargados del planeamiento, diseño y producción de las campañas gráficas y su seguimiento.

LeBaron ha notificado en reiteradas ocasiones que la capacidad de interacción de los expertos de su entidad en Twitter es casi en tiempo real y alcanza un elevado nivel de incidencia en conversaciones con 'extremistas' de todas partes del mundo.

'Los combatientes son guerreros cibernéticos profesionales, empleados del Gobierno de Estados Unidos o contratados en terceros países, además de experimentados guerrilleros aficionados que persiguen objetivos definidos con precisión militar y herramientas especializadas', así caracterizó LeBaron a su equipo de trabajo.

Esos entramados operan a todas luces en Venezuela; son campañas percibidas a menudo como un caos orgánico impulsado por acciones emergentes en línea y de aficionados, cuando de hecho resultan ayudadas o instigadas sistemáticamente por entes estatales e institucionales que van de arriba hacia abajo con líneas jerárquicamente bien establecidas.

VENEZUELA, BLANCO DE NOTICIAS FALSAS

Ante los mecanismos de asedio tecnológico, el movimiento Venezuela nos conecta realizó un estudio sobre cómo se visualiza desde el exterior la realidad nacional, y los resultados contabilizaron que más de tres mil 600 noticias falsas se generan diariamente sobre el país sudamericano.

El social media manager del grupo Erick Lozano alertó que la estrategia implementada desde las redes sociales busca crear una matriz de opinión negativa de lo que se está viviendo en el territorio bolivariano, en aras de justificar la supuesta crisis humanitaria que la derecha recrea.

Al respecto, resaltó que los fake news se han vuelto un fenómeno mundial por el factor económico que generan, y explicó que las visualizaciones y clip de los usuarios en los portales digitales suman grandes cifras monetarias, motivo para que las corporaciones de la información publiquen contenidos alejados de la realidad.

Con la campaña de la derecha local aupada por el gabinete de Trump, para eliminar del poder al presidente de la República, Nicolás Maduro, uno de los principales falsos positivos montados a inicios de año fue la quema de dos camiones con supuesta ayuda humanitaria que pretendían ingresar por la frontera colombo-venezolana el 23 de febrero.

La acción tenía como objetivo culpar a las autoridades de Caracas y la Guardia Nacional Bolivariana de perpetrar el hecho, y con ello justificar las pretensiones golpistas de Washington.

El show mediático diseñado por la sala situacional norteamericana para la guerra informativa, trasladada en pleno al territorio neogranadino de Cúcuta, mostró cómo las redes sociales no son exactamente foros sin moderación.

Estados Unidos dirigió la campaña y no solo actuó al margen de la regulación tradicional de los medios, sino contra las propias normas de las plataformas sociales, y hasta contra un mínimo de normas básicas que se supone debe contener la actuación de políticos y parlamentarios en el mundo.

El uso de fake news contra Venezuela, no solo ha supuesto una profunda corrupción de políticos que no dudan en utilizar la mentira y la manipulación para lograr sus metas, sino que la desinformación planificada previamente se utiliza para encender la mecha de la guerra con actores interesados en producir reacciones políticas y polarizar los territorios virtuales y físicos.


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