PALMIRA, Colombia, 4 de diciembre de 2024.-Han pasado tres años desde que Douarleyka Velásquez abandonó su carrera en recursos humanos. Su nuevo trabajo no es lo que había planeado, pero aun así le resulta gratificante. Como supervisora de limpieza en un refugio para migrantes en Colombia, puede consolar a los venezolanos que, como ella, huyeron de sus hogares con la esperanza de una vida mejor, informó Prensa Asociada.
“Siento que aquí puedo ayudar a mis hermanos, a mis compatriotas que van y vienen”, dijo Velásquez, de 47 años, del Refugio para Migrantes Papa Francisco en Palmira, una ciudad en el suroeste de Colombia.
La agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, estima que más de 7,7 millones de venezolanos han abandonado su país de origen desde 2014, el mayor éxodo en la historia reciente de América Latina, y la mayoría se ha asentado en América, desde los vecinos Colombia y Brasil hasta los más distantes Argentina y Canadá.
Según la Organización Internacional para las Migraciones, Colombia alberga la mayor población de migrantes procedentes de Venezuela. Los registros colombianos muestran que a mediados de 2024, más de 2,8 millones de venezolanos se encontraban en el país.
El Refugio para Migrantes Papa Francisco fue fundado en 2020 para abordar este fenómeno, dijo el reverendo Arturo Arrieta, quien supervisa las iniciativas de derechos humanos en la Diócesis Católica de Palmira.
La ciudad es principalmente un punto de tránsito, dijo Arrieta. Los migrantes pasan por allí en su camino hacia el Tapón del Darién, una ruta traicionera para llegar a América del Norte. Algunos otros, a quienes les resulta imposible seguir migrando o añoran su vida pasada, hacen una parada antes de regresar a casa.
"Es uno de los pocos refugios en el camino", dijo Arrieta. “La comunidad internacional ha dejado de financiar lugares como este, pensando que desalentaría la inmigración, pero eso nunca sucederá. Al contrario, esto deja a los inmigrantes desprotegidos”.
Las personas que llegan al refugio pueden quedarse hasta cinco días, aunque se pueden hacer excepciones. Velásquez fue bienvenida al equipo cuando se instaló en Palmira, como también fue el caso de Karla Méndez, quien trabaja en la cocina y dijo que cocinar comidas tradicionales venezolanas para sus compatriotas le da alegría.
Según Arrieta, el refugio es buscado principalmente por familias, mujeres que viajan solas y población LGBTQ+. Se proporciona comida, ropa y consejo espiritual a los necesitados; Las instalaciones incluyen duchas, área de juegos para niños y jaulas para mascotas.
Además, el equipo proporciona información sobre la trata de personas y apoyo a mujeres que han sufrido abusos y a niños que viajan solos.
“También nos hemos encontrado con madres venezolanas que buscan a sus familiares y vienen desde o hacia el Tapón del Darién en una búsqueda interminable”, dijo Arrieta. "Las familias están buscando a sus seres queridos que desaparecieron mientras migraban".
Si bien no hay registros oficiales que registren el número de migrantes que han desaparecido –en parte porque algunos de ellos viajaron ilegalmente–, sus desapariciones han sido reconocidas por organizaciones de derechos humanos e instituciones colombianas.