Sólo
que a estas alturas de la convulsionada política roja rojita, mucha
agua ha corrido debajo del puente. Cada vez les creen menos, porque
en el empecinamiento de crear una matriz de opinión que les sea favorable
y en esa obsesión de sacar al presidente Hugo Chávez a como dé lugar,
no se percatan de que, ciertamente, una mentira dicha mil veces se puede
convertir en verdad, pero hay otras que dada su inconsistencia se caen
por su propio peso.
Para
las fechas comiciales los opositores echan a rodar cualquier bola, estableciendo
una campaña mediática según la cual habrá fraude electoral, rumor
soportado en el supuesto de que el comandante controla los poderes
y ordena revertir los resultados en caso de que les sean adversos.
Esta
farsa la han dicho miles de veces, pretendiendo hacerla creíble, pero
les ha resultado lo contrario: se les desvaneció y se han puesto en
evidencia por una razón muy sencilla: si así fuese, ¿por qué Chávez
no ordenó cambiar los resultados del referendo de la Reforma Constitucional?,
eso era una excelente oportunidad mas no lo hizo. Explíquenle eso al
pueblo, explíquenle, ¿por qué no modificó los escrutinios de las
elecciones de la Alcaldía de Maracaibo y de la Gobernación del Zulia?
¿Por qué no invirtió el conteo del sufragio en las gobernaciones
de Miranda, Carabobo, Táchira y Nueva Esparta?, en fin, son muchos
los ejemplos en los que se demuestra que todo es una trampa de los opositores.
Los
antichavistas cometen el error de subestimar a la gente. Piensan que
los venezolanos no disciernen. Insisten en no ver el cambio de
mentalidad en la ciudadanía con el paso de la IV a la V República.
Quieren
darse el tupe de lanzar a la calle cualquier disparate y sentarse a
esperar una solidaridad automática que no encuentran, porque en Venezuela
se acabaron los eunucos mentales. La gente aspira a que si le van a
echar un cuento, por lo menos que tenga consistencia.
Primero se agarra un embustero que un ladrón y a estos opositores venezolanos, no me cabe duda, los agarraron ya. Les descubrieron que el fraude electora no está en el bando de la revolución, sino del lado de la oposición que con patrañas mediáticas sigue aferrada a la idea de mentirle al pueblo con el manido infundio de siempre.
(*) Periodista