Lo peor de los escuálidos

Antes de dar inicio al tema central de esta nota, queremos dejar en claro
que nos referimos a los escuálidos y no a los opositores. Los segundos
son gente que adversan al gobierno nacional y son enemigos de la
revolución, pero no han descendido al foso de las miserias en la cual se
revuelcan los primeros.

Los escuálidos, por su parte, se han transformado en una subespecie que
ya no razona; es movida por el odio y su alma ha sido reemplazada por
algo extraño que se alimenta de miserias, envidia y violencia.

En los últimos días esta realidad ha sido mucho más que evidente. La
muerte de algunos dirigentes del chavismo ha servido para que esos
escuálidos se quiten la careta con la cual pretenden pasar por hombres y
mujeres amantes de la patria y muestren su rostro marcado por las más
horribles de las miserias.
Sin respeto alguno por el dolor de los deudos y sin la más mínima señal
de fe cristiana, se lanzaron cual hienas a festejar la muerte y mostrar
su felicidad por el dolor que vivían los hijos, esposas y padres de los
fallecidos.

No nos sorprende la felicidad que muestran por la desgracia de otros; ya
sabíamos de su pobreza de espíritu. Lo que si llama nuestra atención es
que pretendan decirle al mundo que su decadencia moral es culpa del
presidente Chávez y del gobierno Bolivariano.
Es impresionante la desfachatez con la que se niegan a aceptar sus
propias miserias… ¿A quién puede ocurrírsele que un tercero pueda ser
responsable del alma enferma que uno porta?

Resulta una muestra de caradurismo descarada, el actuar como un gusano;
tener el alma podrida, haber perdido todo vestigio de humanidad o haberse
transformado en un chacal de dos patas y afirmar que no se tiene la culpa
de ello, que es Chávez quien los ha transformado en los monstruos que
son.

Ya se les conocía por ese hábito de cobardes de no asumir la
responsabilidad de sus actos. Dan un golpe de Estado y nadie tiene la
hidalguía de asumir la responsabilidad; organizan un sabotaje petrolero y
luego pretenden transformarse en víctimas; asesinan a un Fiscal en la
oscurana y ninguno reivindica el hecho; pero la actitud que asumen ante
sus propias miseria es el descaro de los descaros: Chávez es el culpable
de que yo sea un miserable… ¡Válgame Dios!

arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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