Memorias de la IVR y renovación

Camaradas: el próximo 26 de los corrientes tenemos que tener presente las mañas de gobernar de los puntofijistas. El menosprecio a la ley, el engaño, la corrupción, el estímulo del servilismo y la adulación tuvieron en esos gobiernos un efecto funesto en el clima moral del pueblo. Con frecuencia la verdadera preocupación por la gente por sus condiciones de vida y trabajo y por el bienestar social se suplantaba con flirteos políticos: se conferían a manos llenas condecoraciones, títulos y premios. Se creaba el ambiente de impunidad y se disminuían las exigencias, la disciplina y la responsabilidad. Con el fin de velar los graves defectos en las penurias por las que estaba atravesando el pueblo y la educación ideológico-política, en muchos casos se organizaban actos pomposos y campañas, se celebraban numerosos aniversarios, tanto en Caracas como en las regiones. Aumentando el abismo entre el mundo de la realidad cotidiana de los venezolanos y el del pomposo bienestar de la burguesía. La ideología y la psicología del estancamiento dejaron su impronta en la esfera de la cultura, las letras y las artes.

Se desvirtuaron los criterios mediante los cuales se enjuiciaban las obras de arte. Como resultado, a la par con las obras sobre importantes problemas sociales y morales, que reflejaban colisiones reales de vida, aparecieron muchos politiqueros mediocres, sin originalidad, carentes de mensaje intelectual y moral. Se acentuó la penetración en la sociedad venezolana de estereotipos de la cultura burguesa de masas, que imponía vulgaridad, gustos primitivos y esterilidad espiritual. Se paralizó el desarrollo industrial del país, suplantándolo por las importaciones y la economía de puertos. En este contexto conviene señalar la responsabilidad de esos dirigentes políticos, de los medios de comunicación impresos y audiovisuales, de los redactores de revistas literarias y de los dirigentes de uniones artísticas; de la crítica literaria y de los propios literatos, así como de las personalidades del arte, por la orientación artístico-ideológica del proceso creativo, por la salud espiritual del pueblo venezolano.

Al mismo tiempo, florecían el burocratismo y el formalismo, se manifestó una intransigencia excepcional hacia la crítica. En la mayoría de los casos, las ambiciones desmesuradas empezaron a prevalecer sobre las valorizaciones realistas y las autoapreciaciones. La situación se agravó porque el enfoque dado por los gobernantes de turno a la creación, era a menudo sustituido en procesos puramente creativos por una arbitraria intervención departamental, por simpatías y antipatías subjetivas. De otra parte, los métodos de influencia y dirección ideológicas eran sustituidos por decisiones administrativas.

Muchas organizaciones, con inmensas posibilidades y actuando en todos los colectivos laborales, no lograron mantener las posiciones de principio. No todas las organizaciones lucharon resueltamente contra los fenómenos negativos, la permisibilidad, el encubrimiento, contra el debilitamiento de la disciplina y la propagación de la dipsomanía. Tampoco se puede silenciar la justa indignación de los trabajadores ante la conducta de aquellos dirigentes sindicales —investigados de poderes y confianza y llamados a defender los intereses de los trabajadores— que abusaban de sus poderes, ahogaban la crítica y obtenían beneficios ilícitos. Es más, algunos de ellos se convirtieron en cómplices, e incluso en organizadores de crímenes.

Todo lo anterior, evidencia hasta qué punto la situación en diferentes esferas del país era demasiado grave y cuán necesarios los cambios profundos. Al respecto es importante señalar una vez más que el Comandante Presidente Chávez tuvo la fuerza y la valentía suficientes para valorar objetivamente la situación, para reconocer la necesidad de cambios radicales en los ámbitos político, económico, social y cultural, para orientar al país hacia un futuro renovador. En tales circunstancias, se planteo la necesidad de acelerar el desarrollo económico y social del país, la necesidad de efectuar transformaciones. En el fondo, se trata de un cambio, de medidas de carácter revolucionario. Cuando hablamos de renovación y de los procesos de democratización profunda que ella presupone, nos referimos a unas transformaciones sociales realmente revolucionarias y multifacéticas. Tal viraje radical es imprescindible, porque no tenemos otro camino, no podemos retroceder ni tenemos hacia donde retroceder; debemos avanzar para alcanzar un nivel cualitativamente nuevo del desarrollo social.

Al abordar transformaciones sociales, es necesario, como lo enseña el Marxismo, saber bien la “esencia del cambio y sus consecuencias”. Las críticas al pasado constituyen un importante momento del desarrollo y permiten extraer enseñanzas y hacer deducciones para el presente y el mañana; ayudan a desarrollar una labor constructiva con miras a elegir acertadamente los medios y vías del avance revolucionario. Elaborar la estrategia de la aceleración, fundamentándola científicamente, conscientes de que la prisa y la espontaneidad en la formación de concepciones del porvenir son no menos peligrosas que la inercia y las tergiversaciones dogmáticas. Hoy es preciso volver a manifestar cómo entendemos la renovación. Esta consiste en erradicar decididamente el estancamiento, destruir las condiciones que obstaculizan el avance de la Revolución y crear un seguro y eficaz mecanismo para acelerar el desarrollo económico y social del pueblo. La idea fundamental consiste en unir los logros de la revolución científico-técnica a la economía planificada y poner en acción todo el potencial del socialismo.

La renovación supone dar un brusco viraje hacia la utilización de la ciencia, establecer una enérgica cooperación entre ésta y la práctica en aras de alcanzar máximos resultados, asegurar un sólido fundamento científico para cualquier empresa nueva, supone un vehemente deseo de los científicos de apoyar con energía la línea del Gobierno orientada a la renovación de la sociedad; supone, al propio tiempo, preocuparse por el desarrollo de la ciencia, la formación de científicos y la participación activa de éstos en los cambios que se operan en el país. La renovación implica dar prioridad al desarrollo de la esfera social y satisfacer a plenitud las demandas que los venezolan@s presentan de buenas condiciones de trabajo, vivienda, vida, descanso, enseñanza y asistencia médica; preocuparse siempre por la riqueza espiritual y el nivel cultural de cada hombre o mujer y de la sociedad en conjunto; saber conjugar la solución de los problemas cardinales de la vida social con la solución de las cuestiones cotidianas que preocupan al pueblo.

Creo que la finalidad de la transformación es obvia: renovar a fondo todos los aspectos de la vida del país, conferir las formas más modernas de organización social al socialismo y revelar a plenitud el carácter humanitario de nuestro régimen en sus aspectos decisivos; económico, social, político y ético.

El 26 voto socialismo.

Gringos ¡Ho Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte.

¡Venceremos!

manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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