Si hay estafados tiene que haber estafadores. Ecuación indigna que no requiere comprobación.
En nuestra historia el numero de situaciones indignas calificadas bajo este título es voluminoso.
Si una clase social, digamos los amos del Valle, crean una República y se toman como los únicos representantes constituyentes de la naciente patria, puede ser calificado esto ¿como estafa¿ o, una simple viveza criolla.
Si luego usurpando los símbolos del poder del patronato real toman por asalto la representatividad administrativa y se alzan con los cargos públicos y las canonjías, agregando al pergamino que tales posiciones solo podían ocuparlas los blancos peninsulares o los mantuanos, ¿será esta otra forma de estafa? o sencilla demostración del abuso de una ventaja racial - que es lo mismo que desfalcar-.
Si esta clase dominante, para buscar su acomodo, entrega al poder español esa “patria boba” para mantener sus negocios, ¿podemos reconocerlo como forma calificada de saqueo?.
Si en el “entaparao” traicionan y alevosía, entregan al Imperio español a Francisco de Miranda, quien noblemente solo pedía nuestra independencia, ¿este arrebato conforma contravención y pillaje ¿.
Si quienes redactan nuestras Constituciones, espinosamente omiten, a los indígenas y les quitan su derecho a tener propiedad sobra las tierras que habían ocupado por mas de cinco mil años; y las ocupan con brutalidad, ¿ se esta conformando un hurto con timo al débil jurídico?.
Si leemos el texto de la Constitución de 1830, que solo quienes fueran dueños de una propiedad-raíz y tuvieran renta mínima anual de 50 pesos o demostraran tener una profesión, oficio o industria que produjera no menos de 100 pesos al año podrían ser electores y elegibles a puestos públicos, ¿constituye esta engañifa un robo?, o ¿cómo podemos llamarlo¿.
Si leemos nuestra historia del siglo XIX y para evitar la pena por el cúmulo de despojos de que hemos sido objeto y para no apenarnos por el balance, adelantamos hasta el siglo XX, bastaría solo con revisar su ultima mitad para entender la lógica económica aplicada y descubrir como en ese lapso se hacinó el 80% de la población si le forzó bárbaramente a la pobreza extrema ¿ aceptaríamos que esto fue producto de una estafa por omisión intencional de políticas publicas sociales ¿.
¿Podríamos creer que nos estafaron? con el modelo de educación publica implantada que logró llevar y mantener un millón y medio de analfabetos.
Que estafen ahora con ese truco inmobiliario no es sino una guinda en la torta de los engaños que históricamente hemos padecido de manos de quienes desde el capital organizan la rapacidad y pagan a sus canales de TV para que los defiendan. El colmo: uno de sus capitostes fue capaz de decir que él estafaba, “pero daba empleo”. No solo dá empleo, sino pena, su bobería y falta de un mínimo arresto al intelecto.
Sin duda sabemos quiénes son los estafadores: los de hoy y los de siempre.
En esta coyuntura no hay duda que existe un poderoso y organizado complot que carteliza a algunos “bancos” y varios “empresarios”, en esta burbuja financiera que se está inflando peligrosamente y puede hacer caer, cómo primeras victimas, a muchos de los necesitados de vivienda de siempre. Inocentes desesperados que han lanzado sus dados a una ruleta amañada por algunos, tahúres armados de mucha avaricia y poca moral –aunque, me consta que existen los honestos y tan responsables como para no perder la fe en esta profesión-.
Sin duda, existen otros especímenes que hasta el Papa excomulga como “capitalistas salvajes” o tal como Barack Obama, que los condena por abusar de su: “avaricia financiera y egoísmo capitalista”.
El corolario de esta falacia, en pleno desarrollo, es que además estafan en los espacios que pagan como anunciantes de la TV de tarde o la mañana, cuando ovacionan desde allí a golpistas y magnicidas, ¿será que digitel o gatorade, tienen como estrategia secreta, no solo vendernos, sino animar y pagar todos estas lentas y diarias conspiraciones y mentiras subvencionando con cuñas y noticias falsas?.
Nota: Caco es sinónimo de malo o malvado; gigante mitad hombre y mitad sátiro, que vomitaba torbellinos de llamas y humo. Vivía en una cueva y siempre colgaban, para horror de los habitantes del lugar, las cabezas sangrantes de los humanos que estafaba.
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