Copei ha terminado en lo que siempre fue: una breve secta. Siempre ha estado apoyado y tutelado por la Iglesia y por familias pudientes de clara vocación confesional, de integrismo católico contrarreformista, ese de “Santiago y cierra España” que inspiró el franquismo y ya había inspirado el fascismo y se había inspirado en el nazismo. No toda la Iglesia es eso, ya sé, hay otras conductas, pero si hay un sector sano en ella, tiene el desafío de enfrentar a ese otro sector retrógrado, machista, fascista, pederasta, farisaico, Torquemada, Escrivá, Maciel, Castillo Lara.
Me da miedo cuando me asalta una convicción firme: ¿no me estaré equivocando bien feo? Pero es que no le encuentro ni un solo mérito a esa patética condición humana que es la copeyana. No solo son lo que acabo de esbozar en el primer párrafo, sino pusilánimes, cobardes, mezquinos, escasos, intelectualmente menesterosos y al mismo tiempo, para empeorarlo todo, arrogantes y soberbios. Se creen inteligentes y son lo contrario, como Capriles Radonsky, que le preguntaba a un policía que no lo dejaba pasar a no sé dónde le daba la gana de ir: “¿Tú eres inteligente?”. Su máxima inteligencia fue cuando se afeitó en el cogote la palabra justicia. Era patético, porque está seguro de que fue una acción avispadísima. No se le puede explicar lo que es porque le falta la suficiente inteligencia para entenderlo (puedes llamarla Paradoja de Capriles).
Uno puede conversar con un adeco, por ejemplo, de pelota, de vulgaridades, de exquisiteces, como Rómulo Betancourt, que era por igual vulgar y exquisito, como Ramos Allup, avieso y culto. Uno puede conversar con un malandro, con un contrabandista, con un cura o una monja incluso, pero ¿de qué hablar con un niño mimado de Copei?
Llegó a convertirse en partido regulador de Acción Democrática, es decir, para castigar a AD el pueblo votaba por Copei. Fue solo así como tuvo dos presidentes. Lamentables. Pero junto con el puntofijismo fue descalabrándose hasta terminar siendo un residuo, peor que AD, aunque parezca mentira. Solo por carambolas de la politiquería logra colocar algún alcalde o algún gobernador.
Pero a pesar de su descalabro, de que su jefe es un tal Planas que nadie conoce, la ideología opositora es copeyana toda entera, con todos los atributos que he descrito y algunos más malos, que ha derivado o empeorado de ellos.
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