Es urgente
salirnos de la reacción y rabietas que nos generan las provocaciones
del fascista. Las discusiones hasta ahora en la Asamblea Nacional apuntan
a lo que muchos esperábamos: están más ubicadas en el plano de la
catarsis y descalificaciones personales que en discutir a fondo lo que
se dirime en la historia contemporánea de Venezuela. Aristóbulo con
una retórica de altura, con un lenguaje claro y precisión ideológica
marca la senda que deberían seguir toda la bancada que apoya a la Revolución.
La oposición tiene su agenda clara y no debemos caer en su estrategia
de distraernos de debatir sobre aquellos temas que son esenciales para
quienes tenemos confianza en este proceso. Si bien es cierto no debemos
desaprovechar la oportunidad de espetarle a los disputados opositores
su pasado fascista y de vejaciones cometidas en tiempos de la cuarta,
esto no debe copar la atención ni debe servir para nada como el estímulo
que impulse las propuestas de los diputados del ala patriótica.
La oposición
muestra sus primeras cartas las cuales están marcadas por planteamientos
colmados de un peligroso populismo que de no desmontarse con contundentes
argumentos pudiera generarse en algunos sectores de la población la
incertidumbre o la sospecha de que ellos, los realistas, los herederos
de Monroe, están en la asamblea para “ayudar al pueblo”. Por ejemplo,
ya vemos como la oposición habla de establecer una “ley del primer
empleo”; idea esta que, más allá de que sea buena o no, tiene un
sólo objetivo para los hijos de Granier: darle un bañito de pueblo
a una oposición que llegó al poder por nuestros errores, la capacidad
mediática de la ultraderecha de convertir en “líderes” a villanos
y por el financiamiento de la Casa Blanca a estos peleles que no son
capaces de organizar ni una verbena en la sede de Fedecamaras para recabar
fondos. Recordemos que el debate por la aplicación de una ley o políticas
de primer en empleo en otros países han arrinconado a gobiernos y en
el peor de los casos los han colocado de rodillas por las protestas
que han generado los sindicatos y movimientos estudiantiles. Vale mencionar
lo que ocurrió en Francia en 2006, durante la presidencia de Chirac
y de Sarcozy en el ministerio de interior, donde pudimos ver como sectores
adversos al ejecutivo lograron cautivar a las masas, moverlas para concretar
sus objetivos, con meras interpretaciones de cómo deberían ser o aplicarse
políticas laborales de esta índole. Sólo hagan el siguiente ejercicio:
imaginen ustedes a Globovisión manipulando sus contenidos e incitando
a la población a que apoye la “ley de primer empleo” que propone
la oposición; unan esto con la demagogia adeco-copeyana en las plenarias
de la Asamblea Nacional defendiendo esta idea y negando los grandes
avances que en materia laboral y de inclusión de los jóvenes a los
sectores productivos del país se han alcanzado en la Revolución Bolivariana;
además, y como guinda de la torta populista, los y las “manitos
blancas” vociferando desde las universidades, liceos y en las calles
consignas desde índole: “PRIMER EMPLEO YA”. Si esta triangulación
de factores se concreta a favor de los realistas la oposición lograría,
a escasos dos años de las elecciones por la presidencia, captar
desde ya la atención de las masas en los estratos de los nuevos y futuros
votantes del padrón electoral venezolano. El presidente Chávez ha
dicho claramente que los diputados de oposición hacen “populismo
barato”; el cual es peligrosísimo desde mi apreciación porque invierte
los roles del conflicto político en el que nos debatimos convirtiendo
al verdugo en víctima y a las víctimas en verdugos; es decir, colocaría
por la vía de la manipulación de los hechos al gobierno en obstáculo
para que los jóvenes tengan acceso a un primer empleo y a la oposición
como “defensora” de esta idea que vale resaltarlo, es un derecho
que se ha ido ganando poco a poco gracias a las acciones de la Revolución.
El populismo
de la derecha tiene serios riesgos entre otros aspectos porque quiere
convertir a la demagogia en argumentos y “planes de futuros gobiernos”
en los cuales, las mayorías serían “reivindicadas”. De esto mis
queridos lectores, los adecos tienen escuela y “pico de oro”; en
tal sentido, no es extraño para nada que los primeros aullidos desde
la Asamblea Nacional y el Parlatino vinieran de las filas de este partido
y de figuras como Marquina y Allup, quienes se valieron de todo el pertrecho
populista –con ademanes, mandibuleo y quiebre de voz al
estilo Betancourt y Piñerua- para ganar pantalla, captar la atención
de quienes vimos por la televisión sendos actos de instalación de
estas dos instancias de poder y donde estos adecos nos afirmaron como
en una pesadilla surrealista, que los cantos no son de sirenas sino
de ballenas y que construirán por doquier puentes donde no hay ríos,
ni lagos.
*Periodista
Twitter:@ALIPERIODISTA
marianoali73@gmail.com