Gritan que la inseguridad les impide hasta rezar.
Se contorsionan pidiendo justicia.
Marchan con manos ensangrentadas, hacen trazos y figuras de asesinados en las calles…
Pero luego con sus caritas y sus manitas blancas, se plantan en las calles a pedir la libertad de asesinos.
De masacradores.
De ladrones.
De paracos y terroristas.
A exigir que el Mazuco sea la personalidad más fulgurante en la Asamblea Nacional.
Que la Afiuni vuelva a impartir “justicia”.
Que los Guevara puedan irse a Miami.
Que los comisarios Simonovis, Forero y Vivas se integren a las carnavaladas delirantes de Primero Justicia y UNT.
Que el país se convierta en el palacio de Satanás, en la Sodoma y Gomorra más esclarecida del planeta.
Piden que el país se vaya al garete y reine en él totalmente la impunidad.
Que todo se envilezca.
Claman por guerras civiles e invasiones extranjeras.
Son los reyes y patriarcas de la muerte, de la mentira, de la estafa moral de todos los días.
El show que nunca termina.
La impudicia en todas sus formas, en todos son niveles y degradaciones.
Qué calidad de lacras tenemos, carajo.
jsantroz@gmail.com