Quienes piensan que “el inicio del retorno” del Comandante llena de
felicidad a los chavistas, revolucionarios y hombres y mujeres de bien,
se quedan cortos. Los más felices son los medios, la dirigencia escuálida
y la parte enferma del sector que los sigue.
No, no significa esta afirmación que hayamos enloquecido. Estamos
totalmente convencidos de su veracidad.
Revise usted la actitud de esa gente y de esos medios durante las últimas
semanas y observará que nunca se habían mostrado tan faltos de ideas, de
liderazgo y de argumentos como en la etapa en la que se vieron obligados
a vivir sin Chávez.
Comenzaron por debatirse en el dilema de mostrarse humanos o celebrar por
adelantado la muerte del Comandante. La lógica decía que no era prudente
la segunda opción, pero en ellos ni la lógica funciona.
Todos vimos como el veneno que llevan por dentro y el odio acumulado no
pudo ser controlado. Desbordado, se contaron y se cuentan por miles las
manifestaciones que los mostraron cuan miserables son.
Tanta miseria no podía sino dar el resultado que dio. Los chavistas
sacaron a relucir el amor por su líder y se mostraron unidos y
solidarios; olvidando incluso algunos errores que pudiesen haberlos
molestado en fechas recientes. Otros con asombro y decepción expresaron
que nunca imaginaron que pudiese existir tal bajeza en quienes pretenden
convertirse en una opción de dirección para el país.
El ridículo y la torpeza no quedó allí. La falta de coordinación y de
ideas los condujo a exigir el regreso inmediato de Chávez, después de
haber pasado más de una década gritando por todos los rincones ¡Chávez
vete Ya!
En una maniobra torpe, pero muy típica del escualidismo, intentaron
imponer una matriz de opinión según la cual Chávez debería entregar el
gobierno a Elías Jaua.
¿Qué buscaban? ¿Qué beneficio les traía esa propuesta? Nadie nunca lo
supo.
Más tarde comenzaron a especular sobre la posibilidad de que Chávez no
retornara nunca jamás y hubo quien incluso llegó a proponer elecciones
adelantadas.
Los vídeos, las fotos y las llamadas de Chávez a algunos medios los
desmentían, los dejaban en ridículo y los mostraban desnudos en su
pobreza intelectual, política y táctica.
Fue allí donde comenzaron a entender que lo mejor que podía ocurrirles
era que Chávez regresara y que regresara pronto.
Hoy Chávez está de regreso y ellos están tan felices como nosotros, o
quizás más. Por fin van a parar la fiesta del ridículo.
Ya tienen tema para seguir con sus manipulaciones, sus mentiras y su
odio. Ya gritan a todo pulmón que todo se trató de un montaje, que
nunca lo operaron, que no tiene cáncer.
No aprenden, pero por lo menos Chávez los hizo felices en esta
oportunidad y esa, al fin y al cabo, esa es parte de su responsabilidad
como presidente de todos.
arellanoa@pdvsa.com