En la política, es cierto que abogados o ingenieros son más frecuentes entre los miembros de las agrupaciones políticas o los mini partidos que se forman con cuatro gatos, para buscar financiamientos. En la AN creo que predominan abogados i periodistas, i que los médicos son menos, aunque a veces el serlo, por tener estudios i diplomas universitarios, no significan que están preparados en ética. La primera falta, entre abogados i médicos, es que todos se califican de doctores, sin tener doctorado, aunque eso es clavo pasado que no cambiará. Sin embargo, la disciplina hospitalaria, enseña muchas cosas que en última instancia se fundan en lo ético, así como también en el ejercicio profesional, donde anteriormente el Código de Deontología especificaba hasta el tamaño que debería tener una placa a la puerta del local del consultorio o cómo debían ser los avisos de prensa. Parece que todo eso pasó al olvido sin derogarse, i vemos propaganda de clínicas i médicos, como una empresa de publicidad se les ocurra ofrecerles, i en las revistas, compiten hasta con tiendas de moda, restaurantes, mueblerías, panaderías o salones de fiesta. I lo que antes también era mui frecuente, cuando los hospitales i medicaturas públicas eran deficientes, el remitir pacientes desde esos sitios, a los consultorios particulares, para aumentar la “clientela”. Por eso hoi, incomodan tanto Barrio Adentro como otras misiones que cuidan de la salud o hacen medicina preventiva.
Desde siempre, a pesar de todo, los médicos se cuidad de respetar la privacidad de los pacientes, de manera que cualquiera no puede entrar a un hospital o a una clínica, a leer la historia clínica de los pacientes, ni las enfermeras pueden dar explicaciones o informaciones. Inclusive entre médicos, el tratante debe autorizar al nuevo consultante. Incluso en los tiempos de nuestros padres o abuelos médicos, se llegaba al colmo de ese respeto, por no difundir nada respecto al estado de salud o enfermedad del paciente. En medicina, el secreto médico nos viene desde el mismo Juramento Hipocrático:
“Y cualquier cosa que yo vea u oiga en el transcurso de mi profesión o fuera de ella en mi convivencia con los hombres, si ello es cosa que no debe ser dada a la publicidad, yo jamás la divulgaré, considerando que tales noticias son secretos sagrados". Cosa parecida está contemplada en la Declaración de Ginebra, el Código Internacional de Ética Médica i naturalmente en nuestro Código de Deontología en los artículos del 7 al 12. Además, mi antiguo profesor de medicina Interna, el Dr. Augusto León Ch., uno de los mejores i más bellos capítulos de su obra Ética en Medicina se ocupa de enseñarnos, no solamente que es tradición hipocrática, sino que es necesidad profunda del acto médico, lograr y mantener la confianza del paciente. I veamos hasta una exageración. En la obra de Luigi Scremin, Diccionario de Moral Profesional Médica, narra el caso de un médico que examinó a un paciente joven en el cual descubrió que padecía de lúes; de una sífilis activa contagiosa i que estaba en trámites para contraer matrimonio con una sobrina. Posiblemente presionado por conocer que la jurisprudencia francesa acentuaba lo hipocrático respecto al secreto médico, “el médico para sustraerse a la lucha entre el afecto y el secreto y el deber de calla, se suicidó”. Realmente una exageración o estupidez, pues como conciben otros autores, en eso caso hai que confrontar la verdad con el mismo paciente, porque la única excepción sería confrontar el secreto con el bien común, i en esos casos no hai violación del secreto a favor de la preservación social, o mantenerlo en el mismo sentido.
Por eso no solamente es ignorancia sino ridiculez, las posiciones de hombres analfabetos culturales como Ismael García, Teodoro Petkoff, Ramos Allup i muchos otros, exigiendo que debiera habérseles informado día a día lo que pasaba respecto a la salud del presidente Chávez. ¿Sucedió así con la muerte de Bethancourt en los Estados Unidos? ¿I con la de Leoni, Herrera Campis i Caldera aquí en Venezuela? En cambio, en el caso del presidente Chávez, fue una decisión mui personal dar es informa magnífico que nos presentó i acabó con la serie de mentiras, i especulaciones que se hacían, hasta la estupidez de decir que no era él, sino un doble o un clon perfecto, obra de los revolucionarios cubanos. Por otra parte, razonar que por haber estado en Cuidados Intensivos, debería estar grave de muerte, es otra estupidez. Personalmente he estado en Cuidados Intensivos muchas veces; en una ocasión, simplemente para tomarme una subclavia o una yugular, para transfundirme sangre ante una anemia aguda. En cuanto al tiempo de recuperación, igualmente es variable. Fui operado de corazón abierto para colocar una válvula mitral, i poco después estuve en coma por edema cerebral, cuando la circulación se hizo de nuevo vigorosa. Salí de eso, i al cumplir el mes, estaba manejando por las calles de Maracaibo; igualmente he sido operado dos veces de cáncer del colon, i mi aspecto para muchos es saludable, más tratándose de un hombre atlético i lleno de vitalidad como el presidente.
Realmente, unos son por mente estrecha, un tanto oligofrénicos; otros, como los médicos i periodistas del diario El País, de España, es simplemente porque son lacayos del imperio i carecen de ética profesional. Por lo menos, sus burradas –que no pueden llamarse de otro modo las de aquí i las del exterior (incluyo a los mayameros) − nos divierten i tenemos presidente i candidato para el 1012. El presidente Chávez i Fidel Castro, son ejemplo de hombres que estudian i razonan. ¿Por qué no estudian un poco?
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