En toda esta histérica tembladera de Miguel Henrique Otero contra Mario, el susodicho Bobolongo ha intentado aparentar, sin ningún éxito, claro, ser hombre decente, delicado, fino, moderado, paciente, culto, proveniente de una de las familias de mayor abolengo y alcurnia de Venezuela.
Esa es una vieja estrategia de la derecha, cada vez que a uno de sus miembros le tocan un pelo. Al tiempo que ellos se colocan en el ámbito de lo exquisitamente adecuado y formal, lanzan sus bocanadas de sentina contra Mario catalogándolo de agresivo, violento, grosero, insultante, pendenciero y chabacano.
Y en esa dirección, y para que se vea cuán puro es, cuán elevado resulta su pedigrí, Bobolongo echa por delante la figura de su señora madre doña María Teresa Castillo. Como diciendo “madre, sólo la mía: todo lo demás es cagajón de perro en este país, y como me llamaron Hijo de Puta, eso va directamente contra ella, y eso no lo puede permitir la parte noble, inteligente y profundamente humana de nuestra sociedad”.
Ha sido para Bobolongo una cuestión de honor, defender a su madre en el calificativo que le lanzaron y entonces ha puesto en funcionamiento una espectacular pasarela en su diario para que desfilen por ella cientos de hijos de puta como él. Son los eternos buscadores de alguna figuración en su diario, porque en verdad sin talento propio para algo que valga la pena, no les queda para sobrevivir, que recibir la ñinga de oxígeno que les echa El Nacional.
Y todos los que van pasando por esa pasarela van repitiendo como los perros de Pavlov: “Doña María Teresa Castillo representa la dignidad de la mujer venezolana, y por lo tanto su hijo no puede ser lo que dice Mario Silva”.
Anoche, volvimos a ver el video en el que Miguel Henrique Otero insulta inmundamente a Jorge Amorín. El hombre culto, fino, demasiado decente para la condición de este país, habla con el ano, se peorrea y se despepita mostrando sus vísceras, con todo lo que es y ha sido siempre: “Aquí todo el mundo dice que tu madre es una prostituta y tú qué dices sobre eso”, le espetó a Jorge.
Nada de eso venía a cuento; una reacción realmente brutal, pero el hombre había mandado toda la cultura y educación que le habían trasmitido sus padres a la mierda. Mejor dicho, nada de eso había en él. Se olvidó de doña María Teresa Castillo que en ese momento no existía para ella, como tampoco tomó en cuenta al pelotón de imbéciles tan delicado como él, que luego harían pasarela para defender su honor ultrajado.
Si Miguel Henrique le hubiera dicho sencillamente: “Tú, Amorín eres un grandísimo hijo de puta”, la cosa habría sido decente, pero apeló Bobolongo a lo que anida en su alma de ser bajo y repugnante, la inmensa cobardía que le domina y para no asumir su papel de hombre que sostiene lo que dice, entonces apeló al “por ahí dicen…”
Además, la cosa fue personal y directa: “tu madre es una prostituta”.
Eso no se puede dejar pasar tan tranquilamente, amigo Jorge Amorín. Allí hay que ir hasta el fondo, y recomiendo a La Hojilla que ese pedacito de video lo pasen todos los días a partir de hoy, y si es posible en otros programas de VTV.
Hay que darles una lección como hizo el Presidente Correa a estos degenerados que se creen intocables, con licencia para joder a todo el mundo, y que la SIP chille y que chillen pues todos los hijos de puta del mundo.
Estamos con ustedes, Mario y Jorge, y pa’lante como le decimos al Comandante.
jsantroz@gmail.com