Los oligarcas o aristócratas o politiqueros en general, venezolanos, siempre han pretendido ocultar su incultura con su posición social, mediante el billete, sus prendas, sus poses. Por eso usted los ve tan confundidos, tan burdos, lerdos y torpes a la hora de hablar de historia, de filosofía, de conocimiento. Uno de los casos más patéticos ha sido el de William Dávila Barrios hablando de la poesía de Samarago, tal como se lee, SAMARAGO.
Otro caso es el de Julio Borges diciendo que le molesta que se viva hablando de historia, que la historia sólo es importante en las escuelas.
María Corina haciendo pasarela política
Pues bien, la ignorancia de María Corina Machado es cosa también de genes.
Existen ignorancias auténticamente cromosómicas.
La niña María Corina pasó gran parte de su infancia entre Estados Unidos y Europa. Le pusieron profesores de música y no fue mucho lo que aprovechó, también profesores de pintura y se dormía del aburrimiento. Le dieron clases de gramática y redacción, y consiguió dominar sólo lo elemental.
En cuanto al aspecto de la buena lectura, ya eso es cosa de otro costal, y allí no encontró a nadie que le asesorara. Ese no es su mundo, nunca lo ha sido ni lo será.
Comenzó a leer “Doña Bárbara”, y se cansó, ni llegó a saber de qué se trataba. Intentó lo mismo con “Lanzas Coloradas” y no pasó más allá de las doce primeras páginas. A ella le encantan los best sellers, pero por lo general pronto tira la toalla; ella, que tan aficionada es a la cultura anglosajona no ha podido ir más allá de las primeras páginas de Harry Potter o del libro de vampiros “Crespúsculos”.
Pero ya la edad le pasó para medio coger el ritmo de lectura para medio empaparse sobre las grandes obras de la humanidad. Ya le es imposible ni siquiera medio conocer quiénes fueron los clásicos griegos y latinos.
En definitiva, su formación es deprimente, deplorable, precisamente porque lo que más predomina en ella es la formación y el sentido que preconizan los gringos sobre la existencia.
Por otro lado, con toda la falta de respeto para con su marido y para con sus tres hijos, la María Corina Machado se han considera un pimpollito. Ella posa, se muestra, se insinúa.
Se cree todavía muy joven y bella, cuando ya la menopausia está tocando a su puerta.
Se embute en minifaldas tubito como una quinceañera, se maquilla en exceso las cejas, se oculta las canas y se pavonea en su campaña como si anduviese en plan de buscar marido. Feo, feo.
Tiene un gran defecto, miente para buscar votos. No tiene la suficiente honestidad para reconocerle algo bueno al gobierno.
En una palabra, es falsa.
Sus padres fueron grandes aliados de los adecos. Su mamá Corina Parisca formó un frente de mujeres ricas para defender a CAP, luego de la rebelión del 4-F. Su familia ha tenido la valentía de la silicona, es decir se sabe que tras ella están los portaaviones del imperio. Tan valiente como Ravell, como el Matacuras, como el Capriles Radonski.
A esta clase de persona le gusta alardear de su profesión, pero ser sólo ingeniero industrial (UCAB, 1990) es algo muy pobre en el plano universitario para los que viven echando el título por delante. Esta es una carrera que al fin a cabo no es ni chicha ni limonada y de ingeniería sólo tiene el nombre. Es una carrera para negociantes, básicamente. Por este motivo acabó trabajando para las empresas de partes automotrices Gates de Venezuela y Filtros Wix.
Imagínense que en su currículo coloca que fue preparadora de la materia Cálculo I. Gran cosa. Ninguna persona seria coloca esto en un currículo. Sería una vergüenza.
En fin, una mujer muy gris, eso sí, con mucho pedigrí.
jsantroz@gmail.com