por lo regular, no gusta a nadie”
Newton
“Emplea el lenguaje que quieras
y nunca podrás expresar sino
lo que eres”
Emerson
Decía Homero que, los hombres se suceden unos a otros, como las hojas en los árboles. También las mujeres, obviamente; literariamente nos parece aceptable jugar con tales metáforas, aunque no así en la política, porque a veces eso que llamamos la estupidez humana, nos hace quedar mal i muestra a muchos improvisados, como lo que son, cuando el lenguaje nos le descubre el “linaje”. Ya creo que un conocido i talentosos humorista, viendo el afán de crear nuevos verbos, nos dijo que también los puede haber terminador en or i en ur, como los verbos tambor i cambur. Improvisar “personalidades” es tan falso como estos nuevos aportes a la gramática existencial, aunque no fue un simple decir, sino que la creación sensacional quedó escrita.
La estupidez, la define el Diccionario RAE, de la siguiente manera: Torpeza notable en comprender las cosas //2 Dicho o hecho propio de un estúpido. I en cuanto a estúpido: (del latín stupidus) adj. Necio, falto de inteligencia. //2 Dicho de una cosa. Propio de un estúpido // Estupefacto. I si esta definición se le compara con la definición de bruto i brutalidad, encontramos diferencias, porque aunque bruto i brutalidad incluya lo necio, lo torpe o la misma estupidez, lo característico en ella es la irracionalidad, la violencia, el proceder salvajemente i otras características no del ser humano sino de animales salvajes o no. Esto nos aclara que en la política, en gente incluso con aparente formación i educación universitaria –de quienes se dice pasaron por la Universidad pero la Universidad no pasó por ellos− comenten estupideces porque no son propiamente políticos sino politiqueros, i convierten en una ciencia de la polis, o en arte social de verdadera Política, en lo que Voltaire llamaba “el arte de mentir a propósito”. En el estúpido puede existir una mediana o pobre inteligencia, por lo cual sus desaciertos en la vida social civilizada, son perfectas estupideces i no brutalidades o como lo entiende el pueblo o la gente común, singulares burradas. I la más común i sencilla de estas estupideces, comienza en el uso del idioma materno como acostumbramos decir, porque indica deficiencias del aprendizaje desde temprana edad, a veces por enfermedades de la infancia, o por una falta deficiente de atención i comprensión de las cosas que manejamos idiomáticamente cada día. Escuchar, por ejemplo lo de no “pedirle peras al olmo” es un claro ejemplo de haber “grabado” disparatadamente, “peras al horno”. Conceptualizo pues, que no es de brutos decir i cometer errores graves en la vida social o política, sino de estúpidos, olvidar cosas elementales que se aprenden desde los estudios de Primaria i en el hogar, como son las terminaciones verbales, para referirse al “verbo” responsabilidad, lo que ha hecho pensar al intelectual i humorista Roberto Hernández Montoya, que a alguien se le ocurra mencionar o inventar el verbo motor o el verbo cambur. I esto, en una persona que es diputada i que se siente con capacidad de presidir un país, no es una mera falla ni un impensado desliz, sino un indicio bien claro de su debilidad intelectual i deficientes estudios. Es, sencillamente, una monumental estupidez.
Igualmente es estupidez manejar conceptos bien claros o precisos en el campo de la ciencia, la filosofía o la economía, como exponer que existe un capitalismo popular (lo ha llamado también comunal), o imaginar pueda existir también lo contrario, un socialismo burgués o aristocrático, o dar cifras matemáticas que indican un ignorancia alarmante. Las limitaciones de espacio, me impiden profundizar o extenderme más, por lo que seguiré en otros artículos, refiriéndome a gaznápiros que se van haciendo “célebres” o mejor dicho ridículos.