El punto dialéctico

Por fin los candidatos de la MUD expusieron sus líneas de acción para la conformación de su programa de gobierno. En lo personal siempre he creído que los representantes de la derecha venezolana sí tienen planteamientos bastantes serios para el país, de la misma manera he pensado que la dictadura en Chile y Argentina recurrentemente alegó que poseía para la región una estrategia de “desarrollo” con “menudas” consecuencias colaterales: 30.000 desaparecidos y 400.000 encarcelados, su nombre: “Plan Cóndor” ¡Ven ustedes que circunspecta es la derecha en sus acciones!, pura calidad total al mejor estilo Kissingerista. La última vez que los hijos del Consenso de Washington le hablaron de bienestar a la nación, los cerros de Caracas, Guatire y Guarenas, fueron acribillados y sus adversarios torturados o desaparecidos, olió a pólvora por doquier y la sangre de los pobres se derramó otra vez. Les confieso que a mí cuando la oposición esboza sus ideas no sé si recurrir al decálogo fundacional del partido Republicano en los EEUU para aclararlas, o determinar algún sitio en el mundo para un exilio repentino, “ambas dos”, diría Manuel Rosales, son validas.

Los integrantes de la Mesa de la Unidad calificada como democrática persistentemente han tenido un proyecto económico, político y social, y aunque en ocasiones se muestren lerdos, torpes o fuera de contexto en sus apreciaciones es necesario recordar que sus ideas están cimentadas en un modelo ideológico que tiene varios siglos haciendo mella en la calidad de vida de las mayorías y beneficiando a las minorías en el mundo.

El capitalismo como sistema económico podemos ubicarlo en sus inicios en la Inglaterra del siglo XVI, algunos de sus máximos precursores filosóficos son Adam Smith (ver su texto La riqueza de las naciones) y John Locke (su obra referencial: Dos tratados sobre el gobierno civil); no obstante, determinados analistas con interpretaciones un tanto más osadas lo ubican desde ese momento en la historia cuando alguien se le ocurrió decir: “esta tierra es exclusivamente mía y por eso la cerco”.

Como vemos estos aspirantes famélicos de poder tienen su pedigrí y aunque sus opiniones parecen descabelladas ante la mayoría chavista no está demás rememorar que su esencia discursiva y praxis política proviene del más rancio egoísmo que ha imperado en el mundo desde hace siglos: el capitalismo.

El problema no es si la oposición ostenta o no un plan de gobierno, porque como vemos sí lo tienen y en caso de que por un exceso de improvisación no lo tuvieran pues ahí está la tecnocracia del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional siempre dispuesta a darle forma y contenido a la persona que termine representando a este sector de los venezolanos. El dilema está del lado nuestro y amerita mucha paciencia, pedagogía en el ejercicio de la política y sobre todo conocimiento.

Tenemos al líder con una popularidad indiscutible, tenemos un programa de gobierno con parámetros claros fundados en la promoción del Estado-nación dentro del socialismo; sin embargo, aunque han pasado varios años del impulso de la Revolución Bolivariana debemos admitir con preocupación que aún impera la cultura a favor de la lógica capitalista en muchos estratos sociales, incluso en los bajos.

Siendo esto así (lo cual es susceptible a las críticas) la correlación de fuerzas en el campo cultural pudiera favorecer a la oposición aunque los votos estén mayoritariamente del lado de la Revolución; en tal sentido, la batalla no es sólo en el campo electoral, sino amerita también redimensionar los objetivos en el campo de la cultura con el fin de garantizar no sólo la continuidad del proceso político actual, sino además lograr que el mismo sea orgánico, estructurado y articulado.

Recordemos que la derecha tiene su hegemonía y opera a través de valores inerciales en la población porque se impuso como cultura; por tal razón, la tarea de los militantes y simpatizantes de la Revolución es, aunque sea mayoría en las urnas electorales, no perder su condición de contracultural por la ideología de los patrones capitalistas que todavía perviven, y sobre todo debido al carácter sistémico adquirido por el capitalismo desde hace siglos en Venezuela.

Otro aspecto que me parece propicio resaltar es lo concerniente a la postura radical que tiene la oposición en sus lineamientos, los cuales como se pueden leer completos en el portal de Noticias 24, no hay espacio para la conciliación y mucho menos la coexistencia con el Chavismo. En sus propuestas está implícito lo que para algunos aún es una presunción: la abolición de los programas sociales que han mejorado la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos y venezolanas. Esto vale subrayarlo porque todavía existen grupos, lideratos de conuco o alguno que otro socialdemócrata infiltrado en el PSUV, con ansias de tender puentes con la derecha nacional bajo la falsa premisa de que eso “suma votos”. La derecha se maneja en los términos de todo o nada, de amigo o enemigo, no cree en el Estado a no ser que éste sea para garantizar los beneficios de los oligopolios y monopolios foráneos o nacionales. Insisto, alerto, convoco, el dilema no lo tienen ellos más allá de la ardua tarea de convertir la cultura que los apoya en votos mayoritarios, el reto está en nosotros de transformar, con participación y en paz, con institucionalidad y eficiencia, la fórmula cultural establecida desde tiempos de la colonia en nuestro país con el objeto de domesticarnos para un fin concreto: la dominación.

Mariano Ali
marianoali73@gmail.com
En Twitter: @aliperiodista









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Mariano Ali

Periodista Venezolano-Palestino.

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