El CNE le prestó todos sus coroticos y su tecnología a un saco de gatos que conocemos cotidianamente como la oposición venezolana.
Con los coroticos del CNE, la oposición venezolana se desbocó en desparramar sus bajos instintos, propios de su conducta mafiosa.
Desarticularon toda la estructura de funcionamiento y verificación de los resultados electorales quitando los capta huella, la tinta indeleble, prescindieron de la cédula como documento indispensable para ejercer el voto y quemaron las actas y los libros de votación. “A confesión de parte, relevo de prueba”, dice un precepto jurídico; por tanto la oposición está confesando ante Venezuela y el mundo que hizo trampas, y que probablemente los votos anunciados sea menos de la cuarta parte de los que realmente fueron a votar.
Este error, de la oposición embrutecida y disociada, relegitima al CNE ante su propio discurso, y los deslegitima a ellos como alternativa frente a la sociedad venezolana. Esta equivocación impide también que puedan gritar fraude en los comicios del venidero 7 de octubre, donde el CNE funcionará de manera efectiva y transparente.
La oposición, en su malintencionado manejo de los coroticos del CNE en sus primarias, perdió ya las elecciones del 7 de octubre.
Las primarias también sirvieron para evidenciar que los pocos seguidores de la oposición, está fastidiados con esta caterva de politiqueros desesperados con el poder para robarse las riquezas de Venezuela, entregárselas al imperialismo, y esperar después una jugosa recompensa. Eso explica la poca participación de los electores en esa inusual jornada.
En su campaña hacia las primarias, los candidatos se metieron entre ellos cualquier cantidad de cabras para sacar ventaja en la aspiración de conseguir el voto de sus partidarios.
Esos candidatos resumen todos su procedencia, social demócrata, social cristiana, empresarial y fascista, mantienen una pelea a muerte por ganar el predominio opositor para negociar con el imperialismo la entrega de las riquezas de Venezuela, aun sin detentar el poder de gobierno, pero si en el ejercicio del poder económico del capital nacional y trasnacional.
Estamos hablando de una oposición sin ningún tipo de compromiso con la clase trabajadora y con el pueblo en situación de desempleo, de pobreza y de miseria, como consecuencia de la explotación capitalista e imperialista.
Por un momento el saco de gatos dejó de pelear y se puso a jugar con los coroticos del CNE, y su avanzada tecnología. En su actividad lúdica descubrieron que no hacían falta las capta huellas, y que podían prescindir de ellas. La tinta en el dedo podría ser un indicio para descubrir a posibles infiltrados rojos rojitos en las filas del chavismo, y por tanto había que botarla al basurero. La cédula podría ser un inconveniente a la hora en que un adeco o un primejusticio se dispusieran a votar 100 veces con su dedo biónico, en consecuencia el uso del principal documento de identificación, no era necesario; las actas de votación para auditar el proceso y comprobar los números exactos de la votación, resultaban peligrosos para descubrir el rechazo que la mayoría del pueblo venezolano siente por ellos, por lo que había que quemarlas una vez finalizaran los comicios.
El juego de las votaciones sin árbitro, pero contando con las herramientas del árbitro, les resultó muy divertido, y al final tedioso. Como resultado convirtieron, más o menos 500 mil votos en casi 3 millones.
La oposición se manda a si misma a desaparecer con esta vulgar trampa de garito de mala muerte. En el supuesto negado de que hayan sido 3 millones, esta es una cifra insuficiente para perder decentemente frente a Chávez el 7 de octubre.
Los coroticos del CNE, en las manos de la oposición venezolana, han demolido las barreras de su disimulo, a la vez que nos indican una vez más el procedimiento que utilizarían, en el supuesto negado de llegar ser gobierno, para oprimir a un pueblo que ya definitivamente no los quiere, y para colmo se siente fastidiado por todos ellos.
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