Alegría de tísico

     Parece que la parranda de la oposición duró poco. Esa misma noche comenzaron a verse las costuras de una candidatura presidencial que sale con plomo en el ala. Es posible que la emoción por la victoria nuble la mente e impida que la palabra sea expresada con la mejor cordura. Las siguientes horas marcaron la irreversible duda de un triunfo y unos numeritos que comienzan a quedar al desnudo. En fin, son los que son. Son los que en las últimas elecciones han sido. 

       Entonces, estallaron  los resquemores, adversidades y triquiñuelas. Desde un rinconcito de Yaracuy, en Chivacoa, se les alborotó el avispero. Otro tanto ocurrió en Caracas y a lo largo y ancho del país  la complicidad se hizo cuerpo y silencio. ¿Cómo se llama eso? ¿Miedo? 

     No importa. Ellos lo negarán todo. Tan pendiente estaban los de la Comisión Electoral de su picardía, que ni siquiera respetaron el plazo de las 48 horas acordadas por ellos mismos, como plazo para destruir las evidencias.¿Cómo se llama eso? 

      Lo que vino después terminó de rebosar el vaso. La palabra. El discurso. La promesa.   Seguramente, muchos de esos  tres  millones  se dieron cuenta del paquetazo que tenían en su conciencia. Compromiso con el pasado, con  una burguesía feroz y entreguista. Peor aún, compromiso con financistas extranjeros, especialmente norteamericanos que desde el mismo momento en que Chávez llegó a la presidencia han estado al acecho. Pendiente de esta apetecible presa llamada Venezuela. 

      Como nos hemos podido  dar cuenta,  el tema petrolero ha sido el punto neurálgico de las palabras leídas y   entrecortadas por el presidenciable. Que PEDVSA debe ser administrada conjuntamente con la empresa privada.  Que esa compañía no es para estar metida en planes sociales ni nada que se le parezca. Que debe estar en manos de los  mejores técnicos. Que no van a tocar a ninguno de los trabajadores. ¡Si Luis!, decimos por aquí en oriente. Lo muy cierto es que aquella meritocracia golpista, dilapidadora, vendida y entregada al gran capital  está encantada con esta candidatura, que representa lo más retrógrado de la derecha venezolana. Les cae como anillo al dedo en sus planes. Por eso se atreverán a todo. Así es el diablo ¿verdad? 

    Miren pues, tempranito se les aguó la fiesta que pensaban empatar con los carnavales. Temprano se les cayó la máscara. Y como ya sabemos lo tramposo que son, lo que resta es estar preparado para evitar sus fechorías. Ya ellos se han dado cuenta que por la vía de los votos no podrán con el pueblo Bolivariano y su candidato. En los próximos meses hay que terrenos a raya. Y el 7 de octubre a seguir cumpliendo el sueño de Bolívar. 


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Juan Azócar


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