Nos toca cuidar al pendejo de Capriles… no nos queda otra

¿Qué ha hecho, a lo largo de la historia, la oligarquía venezolana cuando
han interpretado que un ciudadano o un grupo de ellos son peligrosos para
sus intereses?
Los que no sepan la respuesta los invitamos a que revisen la suerte que
corrió Bólivar, Sucre, Zamora y más recientemente Alberto Lovera, Noel
Rodríguez, Jorge Rodríguez y tantos otros. Si aún tienen dudas, pueden
investigar que ocurrió en Cantaura, el Amparo y en Caracas.

Los que saben la respuesta a la pregunta con la cual iniciamos esta nota,
deben saber también que no es sólo a los adversarios a quienes extermina
física o políticamente la oligarquía cuando de defender el poder se
refiere. Allí está el gocho Carlos Andrés Pérez como ejemplo de que los
aliados y hasta sus ciervos son sacrificados “cuando las condiciones así lo
exigen”.
Carlos Andrés fue un esbirro de la oligarquía venezolana, un fiel servidor
a sus intereses y por décadas un defensor y ejecutor de sus políticas. Sin
embargo, cuando los oligarcas “olfatearon” que la cuarta república se
derrumbaba, como ocurrió posteriormente, lo desecharon como suelen hacer
con sus condones en sus bacanales.

No es que el gocho fuera un niño de pecho, pero por hechos ante los cuales
los verdaderos amos del poder habían sido indiferentes a lo largo de la
historia, lo destituyeron de la presidencia de la república y lo expulsaron
como un perro de su propio del partido.
Intentaban, desechando al personaje, lavarle la cara a un régimen que se
derrumbaba y preservar sus espacios de poder y privilegios.
Es así como actúan los dueños del capital, si las condiciones no están
dadas para preservar su dominio o retomar el control, recurren a lo que sea
para lograrlo y no será nunca la vida o la reputación de un aliado lo que
los detendrá.

Ya la revolución Bolivariana y algunos aliados de esa criminal oligarquía
han sido víctimas de este accionar de ella y sus amos del norte. En nuestra
historia reciente está aquel triste abril de 2002 cuando recurrieron a la
planificación y al asesinato de inocentes para justificar un golpe de
estado.
De no haber retornado Chávez al poder, aquellos asesinatos planificados con
asesoría gringa habrían quedado para la historia (aún lo intentan) como
víctimas de un gobierno represivo.

Más no siempre se quedan en individualidades o en la saña contra protestas
populares; con frecuencia recurren a estrategias y acciones en los cuales
la muerte de miles está considerada con antelación.
Allí está el cuento de las armas de destrucción masiva que sirvió para
apoderarse de las riquezas de Irak a costa de la vida de millones de
inocentes. Allí esta el argumento de la persecución de Bin Laden que sirvió
para apoderarse de Afganistán con su importancia geopolítica y del control
del tráfico del opio. Allí está la supuesta matanza que sirvió de
argumento para apoderarse del petróleo Libio.

Hacemos esta larga introducción sobre como actúa el imperio norteamericano
en componenda con las oligarquías criollas y alguno que otro pendejo que
sueña con ser oligarca, para llamar la atención sobre los supuestos planes
para asesinar a Capriles Radonski , según denunciara el propio presidente
Chávez.
El lechugino desestimo la denuncia y hasta calificó de irresponsable al
Presidente, pero no podía esperarse otra cosa de él, su escasa
inteligencia, su prepotencia y su hábito de intentar sacar ventaja de
cualquier tema no dan para más.
Como miembro de la oligarquía que es y acostumbrado hasta a que le compren
un cargo de Presidente de la cámara de diputados y una candidatura
presidencial, se cree indispensable… se cree el elegido.
Hay que cuidar a este pendejo como a la niña de nuestros ojos, pues si lo
dejamos solo, a lo mejor no le dan la oportunidad de enterarse que para los
gringos y para sus colegas de la oligarquía criolla no hay indispensables y
cualquiera es candidato a ser sacrificado si con ello se retoma el poder.

La embajada norteamericana hace rato que sabe que Capriles no tiene chance
ante Chávez y que la única posibilidad que tienen de salir del Presidente
es generando un caos que puedan aprovechar para inundar el país de
mercenarios y desatar un conflicto interno de magnitud tal que puedan
aprovecharlo política, militar y mediáticamente. Es aquí donde dada la
imposibilidad de tomar el poder mediante las elecciones; el asesinato del
candidato se convierte una opción valida.

Capriles no se ha dado cuenta ni se dará, porque precisamente a quienes
pueden pasarlo al otro mundo, les interesa que siga creyendo que es
indispensable, que es el divo y que tiene chance.
Corresponde al gobierno bolivariano cuidar a este pendejo… no nos queda
otra.


arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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