Aberrante y asqueroso es tener que amar impulsado por el odio

El amor de los escuálidos es profundamente falso y artificial.

Lo que les mueve en su amor siempre ha sido el odio.

El escuálido en ese esencia ama el billete.

Ama el materialismo.

Y por eso nunca ha tenido patria.

Por eso corren a Miami a besarle las botas al Tío Sam.

Los consume la amargura en una isla de egoísmo insondable y maldad.

Le desean el mal a todo el que no les acepta sus miserias.

Por ese odio que les escuece el alma han amado con locura a seres abominables como Manuel Rosales, a Nixon Moreno, Cabeza e´ Motor, Manuel Rosales, Lourdes Afiuni, Eligio Cedeño, a Patricia Poleo y su padre Rafael; a los comisarios Simonovis, Vivas y Forero.

Por odiar a Chávez, enfermizamente, se entregaron primero en brazos de Henrique Salas Romer, y después lo olvidaron, lo echaron a la basura y más nunca se acordaron de él.

Por odiar a Chávez idolatraron con fruición a Manuel Rosales, aunque poco después lo olvidaran y más nunca se ocuparan de él.

Qué clase de amor tan despreciable. Pero así son y así han sido siempre. Ellos se despedazan como hienas y en verdad que el amor en ellos es perdición, fatalidad, muerte, infierno.

Exactamente lo que ocurre con esas parejas que rompen y para vengarse del otro (o de la otra) se entregan en brazos del primer bellaco (o bellaca) que les galantea. Como han roto con Venezuela quieren que se hunda, que la invadan, que la destruyan, que le eche mil bombas atómicas.

Por eso ahora se entregan con pasión desenfrenada en brazos de Capriles Radonski: les parece un atraco, bello, lindísimo, genial. Todo porque odian con demoníaca bestialidad a Chávez.

Ya no ven con febriles ojos, temblorosos de emoción, a punta de lágrimas, a Leopoldo López, porque sus propios odios saltaron por encima de los lomos de sus saltaderas y terminaron recayendo sobre las del atleta esmirriado de Capriles, quien triunfó en las Primarias.

Todo ese amor congelado sobre el alma ditirámbica del adonis Capriles pudo haberse concentrado con locura desenfrenada sobre el saco de carnes bestiales del Pablo Pérez. O sobre las raquíticas y esmirriadas cecinas de Diego Arria.

Qué importa.

Amor con odio se paga, dicen en sus locuras.

A falta de amor, el odio les salva, dicen.

Amar por odiar, así irán a votar.

Votarán llevados por el odio. Enfermos botarates.

“Odiaremos y moriremos”, gritan en todas partes.

Fin de mundo, que piara de locos, Dios mío.


jsantroz@gmail.com


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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