¡Cuántos burgueses badulaques y atrasados mentales se han encaramado en Miraflores!

Páez era un zorro melodioso, que como surgía de abajo, optó por entregar su progenitura a cambio de las exquisitas golosinas que le echaban los ingleses. Esos ingleses que estaban balcanizando aceleradamente a toda América Latina.

No podía ser por tanto Páez, un continuador de la obra Bolívar porque no tenía cacumen para objetivos tan serios como era lo de la integración latinoamericana. Por eso, cuando en 1837, se reúne el Lima el Congreso de Plenipotenciarios Americanos, que pretendía ser una especie de continuación del llamado Congreso de Panamá (convocado por Bolívar en 1825), asisten sólo Bolivia, Chile, Ecuador, Nueva Granada, Perú y México. Venezuela con su imbécil de Páez como mandón supremo sobre el Presidente Carlos Soublette, se niega a asistir.

El general Carlos Soublette era un hombre sin carácter, lo cual resulta desastroso en política.  Y eso ya lo vamos a demostrar con hechos descritos por El Libertador.

Pero dígannos ustedes en la situación que hoy vivimos en nuestro país, que carácter puede tener ese vacuo, infértil e inculto de Capriles Radonski, frente a esos tigres, por ejemplo, de Colombia. Un hombre que tiene la bajeza de dejarse meter un documento forjado para él luego hacerlo público como una cosa del otro mundo, y ratificarlo con todo el descaro de su befa inmunda.

No obstante, hay que decirlo, el general Carlos Soublette no tiene comparación con este mequetrefe, es sin duda alguna, infinitamente superior. Sólo lo traemos a colación para que se vea el horrible desastre que se crearía en este país y en este continente si descomunal bobo llegara a embaucar a más de medio mundo.

Supuso El Libertador [1] en un principio, situado en la Nueva Granada, que la presencia del general Soublette sería útil en Venezuela para controlar las desviaciones de Páez; poco a poco fue cayendo en la cuenta de que no estaba dotado de suficiente energía para ello, porque no era un hombre desprendido sino egoísta: Confesaba Bolívar: “nadie sería mejor que él para  dirigir al general Páez y mantenerlo en armonía conmigo, con mi política, de la cual lo están apartando continuamente algunos consejeros malvados, bien conocidos por sus proyectos desorganizadores; pero temo que Páez al contrario sea el que dirija al general Soublette, y lo haga entrar en sus miras el día que quiera ponerlas en ejecución. El general Soublette a mi lado, es hombre seguro, hará siempre mi voluntad, puedo confiar en él, pero no si se halla distante y cerca de una voluntad fuerte como es la del general Páez. Vd. no conoce a Soublette a pesar de hallarse todo el día con él; voy a darle una pequeña idea de su carácter.—En el día el general Soublette, parece un hombre todo diferente del que se mostraba en Venezuela en los años pasados, cuando ejercía allí el poder superior. Las criticas fundadas, que hicieron entonces sobre su orgullo, su genio duro, seco y altivo; y todo lo que se imprimió sobre su arbitrariedad y despotismo, ha cambiado su exterior y le han hecho tomar aquel tono bondadoso, y meloso, aquel aire de calma y aquella imperturbable serenidad jesuítica que se le ve ahora; mas, su interior no es así; solo sabe en el día ocultar su violencia, pero siempre es un volcán ardiendo, cuyo cráter está cerrado, y no echa más sus llamas por afuera.”

Que pintura más perfecta [2] , y añade: “Soublette pues, en realidad, es el mismo hombre moral: siempre orgulloso, soberbio, despreciador del merito ajeno, colérico, violento, y con todo sin fibra, sin valor moral y físico.—Tiene un espíritu de orden y de pormenores que le impide subir hasta las altas concepciones, y ser propio para grandes cosas: de él nunca podía salir un Napoleón, sino solo un Berthier.—Es gran trabajador, y tiene el talento y el gusto de la burocracia; posee facilidad y buen método para el despacho, un gran conocimiento de las ordenanzas militares, y en fin buen administrador.— Ha plegado sus opiniones y principios políticos a sus intereses personales y de familia.—Bajo la administración de Santander, cuando yo estaba en el Perú, se mostro Liberal; propendió al desafuero militar; para hacerse un merito de esto: hizo suspender los ascensos a general en Jefe, é igualar estos á los generales de división, porque estaba muy seguro, de nunca subir él en aquel último escalón de la milicia: firmó, como ministro de la guerra el inicuo y degradante oficio dirigido, por  el Gobierno de Colombia, al infame y traidor Bustamante. A mi regreso de Venezuela, en el año de 1827, abandono a Santander y volvió a arrimarse a mi persona. Aquella fluctuación es movida por el interés; para quedarse de Ministro, pero menos por el honor que por el sueldo: creo que la avaricia es la pasión dominante del general Soublette, que aquel vicio es el que lo conduce y dirige todos sus cálculos y sus acciones”.

¡Qué mirada tan profunda del Libertador para conocer a los hombres! Algo esencial para los que se dedican a la política.

Pero el señor Capriles tiene de segundones a Leopoldo López, Julio Borges y Briquet, tres horribles analfabetas. Sin moral, sin conocimiento del cambiante mundo que les rodea, extraordinariamente vacuos y torpes, en sus manos, el país entraría en un caos total. Las despiadadas carroñas entrarían a saco en Miraflores y despedazarían el país en cuestión de horas. Se revelaría la dimensión catastrófica del pobre y babieco Majunche, y convirtiéndose en el hazmerreir del continente. Qué tragedia tan descomunal abrasaría a la patria de Bolívar.

Ni imaginarlo.



[1] Véase “Diario de Bucaramanga”, de Luis Perú De La Croix.

[2] Véase “Diario de Bucaramanga”, de Luis Perú De La Croix.

 


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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