En artículos anteriores he advertido del cambio en el discurso -si se puede llamar discurso- del candidato opositor, debido a que la estrategia del -no discurso- no les estaba dando resultados y por el contrario, las encuestas demostraban un retroceso a partir de la fecha de su elección en las famosas primarias.
Los asesores de Capriles decidieron entonces, comenzar a articular un discurso basado en slogans, un discurso desideologizado, que ve al elector como un ser carente con problemas; un discurso definitivamente enmascarado.
El disfraz de la estrategia discursiva de Capriles oculta ex profeso sus directas relaciones con los sectores políticos del pasado reciente y que nos llevaron a la debacle de las décadas de los años 1950-90. El sistema populista de conciliación de élites -como lo denominaba Juan Carlos Rey-, hizo aguas y ahora para estas elecciones estos sectores, se mimetizaron con Capriles para ocultar que son el mismo negro pero con diferente cachimbo.
Sólo basta observar las similitudes entre los planteamientos de Capriles de hoy, -la energía, la juventud, defensa de la libertad, de la autonomía, protector contra el miedo, dinámico, ganador de elecciones, triunfador, progresista, uso de consignas de exaltación personal e individualista, todo ello carente de ideología alguna y de principios morales o valores-, basándose en mensajes que no son mensajes y ocultando que lo importante para él y sus financistas es quien ocupará el poder y no que hará con él. Por su parte revisemos las consignas y el tratamiento discursivo utilizado en las campañas de AD y COPEI de 1946 (Por una Venezuela libre y nuestra) 1958 (Contra el miedo: vota blanco), 1973 (Ese hombre sí camina, democracia con energía) 1988 Pongamos al país en marcha, 100.000 empleos por año). Unos y otros se mimetizaron y mediante un lenguaje demagogo, carente de principios y valores morales, desideologizado, se escondieron con la finalidad de engañar a la mayor cantidad de electores para ganar su voto.
Es la misma estrategia, que al final lo que busca es hacerse del poder y de los recursos petroleros venezolanos para volver al modelo del pasado que resultó en un rotundo fracaso y atraso para el país y que provocó un 80% de pobreza para el año 1998 –revisemos las cifras del informe de FUNDACREDESA para la época-.
La diferencia es que Capriles hoy, a pesar de ser el representante de los adecos y los copeyanos de ayer, resulta aún más peligroso que éstos. Ello porque pertenece a la más rancia burguesía nacional y va indefectiblemente a responder a los intereses de ésta clase social. Capriles no sólo miente, sino que no puede disimularlo.
Los abogados sabemos que cuando preparamos un testigo para que rinda testimoniales y éste resulta un mentiroso, lamentablemente así lo entrenes como lo entrenes, ensaye cuanto ensaye, siempre, siempre, la mentira saldrá a flote y quedará como lo que es: un embustero.
Eso es lo que le pasa al candidato de la derecha más rancia en Venezuela, su discurso resulta risible, se equivoca constantemente, le cambia los nombres a los lugares y poblaciones, a las comidas típicas, sin embargo nada: sigue sin calar en la mayoría del pueblo venezolano. Eso porque la gente sabe cuándo le están cayendo a cobas.
Capriles está fingiendo; no sabe lo que es pasar trabajo –su familia tal y como lo escribí detalladamente la semana pasada- pertenece a la más tradicional oligarquía de Venezuela. Son empresarios aliados con empresas transnacionales de comida chatarra mundiales, que contribuyen a la obesidad de la humanidad, así como negocios inmobiliarios y Cines –más de 300 salas de cines a nivel nacional (CINEX).
Acostumbrado a no pasar trabajo, a que las oportunidades estuvieran al alcance de su mano, que le dieran todo sin mayor esfuerzo, es difícil que distinga entre un rancho y una vivienda digna. Asume que la gente pobre es pobre porque no ha trabajado. No entiende que el sistema ha contribuido definitivamente a que mediante la aplicación irracional de las desigualdades sociales excluye a millones de seres humanos a quienes se les niega acceso a la salud, a la educación, a una vivienda digna, al agua potable, a la comida, en fin a la vida misma. No le interesa además conocer las causas estructurales de la pobreza: creció entre ricos y es rico, por ello cómo puede ser sensible al dolor del pueblo? de una madre de cinco muchachos que tiene que salir a planchar y lavar ajeno y los muchachos se quedan solos?, por ejemplo.
No puede por tanto sostener el discurso mimetizado y disimulado que los asesores le han preparado pues no cree en él. Este discurso enmascarado que viene manejando Capriles utiliza recursos lingüísticos como poner en boca de protagonistas populares: me dijo un señor que me encontré: Capriles esto, Capriles aquello…, debido a que es incapaz de sostener con sus propios valores morales y principios el discurso oculto que verbaliza. Los valores en los que él cree no puede expresarlos abiertamente pues esto significaría la caída abrupta del 30% que viene apoyándolo, ello porque la cultura política del venezolano, sus valores, principios, así como la ideología ha cambiado. El venezolano se identifica con valores que representan la igualdad, la solidaridad, la justicia, la no exclusión, protagonismo, poder popular, democracia, Estado Social de Derecho y de Justicia en fin; principios que propugnan el ideal socialista y Bolivariano que tanto ha sostenido y sostiene el presidente Chávez. Para el discurso opositor es necesario seguir engañando a los electores venezolanos, la estrategia demagógica planificada por sus asesores basándose en las experiencias adecas y copeyanas, necesita seguir su camino, para con ello seguirle ofreciendo al pueblo espejitos por oro.
Engaña cuando dice que no solicitará que nos pongamos franelas de ningún color, que respetará las misiones, que apoyará a las pobres, que los empleados públicos chavistas o no, no tienen nada que temer, que respeta las diferentes ideologías y que no nos preocupemos: él es Chávez pero eficiente. Eso en el fondo es lo que quiere que pensemos el enmascarado -Robin Capriles- de la oposición, el lobo con piel de cordero.
No nos engañemos: Capriles no es otra cosa que el Robin-enmascarado que pretende ocultar sus verdaderas intenciones detrás de una máscara-discurso que intenta ser popular y dicharachero; lo grave es que esa estrategia desconoce la repolitización que ha sufrido el pueblo venezolano y que más allá de las palabras obras son amores.
alecucolo@cantv.net