23 años han transcurrido del llamado "Caracazo", cuando salimos de la caverna del puntofijismo a enfrentarnos a las políticas fondomonetaristas del último gobierno de CAP. Lo que a continuación sucedió hasta el 4-F del 92, fue la puesta en escena de un intento (o simulacro) de maquillaje de los restos del cuerpo podrido del modelo "democrático", acto en el que participó con avidez cierta izquierda que hoy, por cierto, acompaña a Capriles y sino, está contra la corriente bolivariana que representa Hugo Chávez. El punto es que para entonces nos batimos con nuestra propia sangre en ausencia de formas organizativas de lucha para enfrentar al monstruo neoliberal, ese que Rafael Caldera y Teodoro Petkoff pretendieron clonar con la Agenda Venezuela, lográndolo hasta la perversión de eliminar las prestaciones sociales de los trabajadores.
Hoy, la MUD, ese monstruo de mil cabezas, pretende hacer replay de la tragedia. Tanto el programa evidente como el oculto, son calcos de la IV República y sus proyectos de país. Además lo ostentan, más allá de las alusiones de los voceros de ese museo siniestro de la derecha jugando a acercarnos otra vez al abismo.
Cuando Ramón Guillemo Aveledo acusa, en principio, a Romain Migus de “chimbo” por publicar su disección al Programa de la MUD (el sesudo, el de los honorables expertos, el que redactaron apelando a ciertos eufemismos) y luego lo tilda de “mercenario chavista” en la revista Z, es porque no puede ocultar su berrinche: es como quedar desnudo por un hechizo en plena autopista.
Están pillaos. La MUD es una mascarada de la AD del CAP que le abrió el patio de bolas al FMI. Capriles es una especie de clon del “hombre que camina”, que emerge de la cadena farmacéutica Walgreens con su slogan psicotrópico: Theres´Way.
Si hay un camino, pues: el de los dólares.
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