Ser “cara de tabla” es si duda un arte. En el marco de la práctica política es una evocación distorsionada de la práctica del Príncipe, según aquellos que se consideran exegetas del planteamiento de Nicolás Maquiavelo y que pretenden mostrarnos a un autor que evoca al principio según el cual “el fin justifica los medios”, cosa que él, por cierto nunca escribió.
Según el “caraetablismo”, la idea fundamental es el acceso al poder, no importa para qué, el asunto es que ese es el fin, porque eso te hace importante, y los medios para acceder a él son cualesquiera que te hagan eficaz, incluso pretendiendo justificarse con Maquiavelo, que por cierto no tenía fin más noble que la constitución de la nación italiana que estuvo fraccionada por mucho tiempo en comparación al resto de los países europeos. Es además un fin moral indudable la concepción republicana de Maquiavelo, reflejado claramente en su clásico, a pesar de que los “caraetabla” piensan que el objetivo central de la práctica política es el poder per se, porque según, lo leyeron en El Príncipe.
Así, un Caldera, un Borges, un Leopoldo y no decir un Capriles, son en este momento la mayor expresión del “caraetablismo” venezolano, o expresión vulgar del pensamiento de Maquiavelo. Pero ojo, este síndrome postmaquiaveliano tergiversado no es exclusivo de la oposición justiciera, lamentablemente en el debate sobre el caso “coima Caldera” se ve la desfachatez del “caraetablismo” generalizado, sin importar el bando.
Es un problema estructural, el “caraetablismo” es la capacidad de mentir sin que se te mueva una sólo línea de expresión, y sin que exista remordimiento de conciencia alguno. El asunto es que es tan difícil juzgarlo, que sólo la historia lo permite hacer.
Caldera es un “Caraetabla” por reivindicar lo que todo el mundo vio y sabe que fue incorrecto, Borges es “caraetabla” por mentir recurrentemente sin inmutarse, y Capriles se gana el “caraetablismo” de oro. Pero cuidado, porque el “caraetablismo” nos persigue y nos rodea, no es sólo amarillo o blanco, se pinta de colorao, y no tiene ideología de izquierda pero se pinta de ella.
Todo “caraetabla” es de derecha por esencia, y Caldera lo demuestra, ahora es responsabilidad revolucionaria evitar que esto siga sucediendo en el proceso bolivariano. Basta de “caraetablismo”, hablemos de verdadera ética política y de las propuestas de país, ahí me anoto, para que después de la victoria de Chávez el 7, logremos una revolución ética de la política de nuestros días.
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