A mis manos ha llegado este documento, que desvela el pensamiento de la ultra-derecha en relación con lo que ellos piensan de nuestro pueblo, y se puede observar que es de una persona muy allegada a la familia Capriles. También de alguien que ha sido uno de los mayores ductores de candidato de la oposición.
Querido Henrique:
Como no es posible que nos podamos reunir estos días antes del 7, tanto por tus ocupaciones como por las mías, te hago llegar unas notas muy puntuales sobre los acontecimientos cruciales que se avecinan. No sabes cuánto me habría gustado sentarme un buen rato a conversar contigo.
Ante todo quiero decirte que vamos bien, que me parece que ahora sí vamos a salir de esta pesadilla, que pareciera lleva ya un siglo. Hace unos años pensamos que sólo duraría unos meses, luego que no pasaría de un año, pero ha llegado al fin, la hora.
Tú sabes, cuántos años llevo en los trajines de la política, que tu abuela llegó a llamarme un día el Manuel Antonio Matos resucitado.
Bueno ella, tan adorable, claro, exagera.
A mí lo que me interesa, Henrique, es la sicología de las masas. Y tú sabes cuántas veces he recorrido Venezuela, y lo hice con Carlos Andrés Pérez y Luis Piñerúa Ordaz en sus momentos más álgidos de sus campañas; Yo llamaba a Carlos Andrés el Galgo de la Cripta, y tú sabes a qué me refiero. También batallé con gente de izquierda en aquella época en que el MAS buscaba apoyo del empresariado para reforzar lo que Caldera y Betancourt en una ocasión denominaron, “el eje sentimental y romántico de la democracia”.
Poco a poco fui comprendiendo que en política lo fundamental es el miedo que se inspira al contrario. Sin ese miedo no se llega a ninguna parte. Toda orientación del combate tiene que llevar fijamente el uso de la idea del temor.
Yo aprendí mucho estas cosas con aquel simpatizante del MAS, mi hermano del alma, Reinaldo Cervini. Reinaldo, quien venía de la misma escuela de Luis Miquilena, su compañero del alma, y que gracia a su astucia y visión, su padre se hizo inmensamente rico durante el mandato de Marcos Pérez Jiménez. Y en todo momento político del país, siempre fue respetado.
Yo trabajé con Reinaldo en Pro-Venezuela, y junto pasamos una temporada siendo izquierdistas y revolucionarios. Eran los tiempos. Él consiguió una curul como diputado en el extinto Congreso, yo seguí siendo el “siervo de la gleba de los contactos”. En esa campaña en la que vence Carlos Andrés Pérez, estuve trabajando cordialmente con Reinaldo.
Pero Reinaldo logró ser constituyentista aquel penoso año de 1999, y él me decía algo que yo he estado pensando mucho en estos días: “El pueblo de Venezuela es muy veleidoso y maleable; es amigo de las novedades, no sostiene nada en su cabeza por mucho tiempo; se cansa y acaba siempre cediendo cuando lo acorralan y lo acosan; no es bueno en absoluto para sostener un largo combate, y por eso el peor delincuente jamás acaba por ser verdaderamente condenado por sus delitos.”
Henrique, el pueblo venezolano está cansado.
Y tú sabes que la gente sigue a Chávez por instinto, porque nada de lo que le dice lo piensa, lo razona, lo digiere.
La masa que lo sigue, está dominada por la emoción, por una emoción que en cualquier momento puede esfumarse como pamplinas. Tú sabes a qué me refiero, como tantas veces lo hemos hablado: ante la desaparición del ente medular el resto muere lentamente en consecuencia…
Evidentemente quedará una estela, pero ella no podrá ser más fuerte que la necesidad del vivir, Henrique.
Sin el líder, la masa se relaja, deja de ser heroica.
El arte de dirigir la masa es la capacidad de insuflarle excitaciones que les haga sentir que son algo. Que pueden llegar a ser algo. En el fondo, puro cuentos.
Estoy absolutamente convencido que con todo lo que se le ha dado a esa masa, no será suficiente para que se mantenga leal al presidente por mucho tiempo. Todo cede, amigo.
Esa es una variable que manejo con muchísima insistencia con mi grupo, y que será crucial para definir al próximo presidente de Venezuela, que no es otro que Henrique Capriles Radonski.
Has podido manejar admirablemente la posición del contrario, dejándote llevar por la corriente que él mismo ha creado. Y ya te acercas al final de la batalla incólume, firme y sin haber sufrido ningún golpe mortal. Eso forma parte ya de la gran victoria. Lo has acorralado con sus mismas armas. Sus consignas las supiste utilizar para desarmarlo y confundirlo. Confundir, digo, a sus seguidores.
El domingo me dispongo a fumarme un habano en mi balcón, frente al mar, con la tranquilidad del que no se va a morir sin llegar a disfrutar del vuelco mortal de esta etapa terrible. Ya presiento la hora del abrazo, del brindis victorioso.
Tu abuelo del alma, Henrique.
jsantroz@gmail.com