La inseguridad le pasará factura a los gobernadores escuálidos
Según todas las encuestadoras del país, el principal problema de los
venezolanos es la inseguridad. Esto nos obliga a suponer que en medio de
una campaña para elegir la máxima autoridad de cada estado (el gobernador),
los candidatos deberían exponer un plan de acción para contrarrestar la
criminalidad y la violencia; sobre todo, si es conocido que los
gobernadores manejan los cuerpos policiales de su región y un cuantioso
presupuesto para cumplir con esa misión.
Pero no, resulta que los gobernadores, y candidatos a la reelección, en los
estados con el mayor índice de violencia (Miranda, Zulia, Carabobo, Lara,
Táchira y Monagas) y en los cuales habitan 15,4 millones de venezolanos
(más de la mitad de la población del país) no mencionan ni realizan
propuestas para atacar semejante problema.
La razón es obvia, no pueden hablar del tema (mucho menos asumir el
compromiso) sin quedar en evidencia por no haber reducido en lo más mínimo
la delincuencia, la violencia y la criminalidad durante su gestión.
Cualquiera observador ajeno se preguntaría ¿Cómo es posible que tengamos
candidatos a varias gobernaciones que no quieren ni hablar del problema más
importante que tienen los habitantes de su estado?
La respuesta es que eso y muchas cosas peores son posibles en el mundo del
escualidismo. Por años, la dirigencia y la militancia opositora ha actuado
irresponsablemente al permitir que en los estados que gobiernan, se
incremente alarmantemente los índices delictivos, sin tomar acciones
preventivas ni correctivas. Lo único que hicieron, con un claro objetivo
político fue culpar a Chávez de la situación.
Aprovechando su poderío mediático generaron irresponsablemente una paranoia
en la población alrededor del tema de la delincuencia y sembraron en la
mente de muchos ciudadanos la idea de que el problema era única
responsabilidad del gobierno nacional. Pensaron que el pueblo le pasaría
factura al comandante y ello les permitiría retornar al poder; pero como ha
ocurrido ene veces, subestimaron la inteligencia del pueblo y ahora
enfrentan las consecuencias: Están incapacitados para hacer propuestas y
hablar del tema que más preocupa a los electores.
Habría que ser estúpido para creerle a Pablo Pérez, por sólo mencionar uno,
que ahora si va resolver un problema que ellos mismos ayudaron a posicionar
como el de mayor impacto en la población.
Llegó, pues, la hora de pasarle factura a la oposición por su
irresponsabilidad y cinismo en el tratamiento de este tema. Nuestros
candidatos deben acercarse a los electores con un mensaje que deje en claro
que la delincuencia puede ser minimizada mediante el apoyo a los programas
de inclusión del gobierno nacional (salud, educación, empleo, alimentación,
y vivienda) y a la creación, en sus estados, de la policía nacional
(recientemente ideada por Chávez para atacar el problema que los
mencionados gobernadores no han querido enfrentar con sus policías).
Es necesario, para dejarlos en evidencia, que nuestros candidatos inviten a
esos ineficientes gobernadores a que expongan como van a solucionar
semejante problema y por qué no lo han hecho durante todo el tiempo que
tienen gobernando.
Allí puede estar la clave del triunfo y lo que es más importante el inicio
de la solución al problema.