Algo así se llamaba el artículo que leí en la revista digital “Continuidad y Cambio”, editada por el movimiento “De Frente con Venezuela”, al cual yo no pertenezco, pero, que publica con frecuencia mis artículos, excluidos ya de los medios públicos.
Perplejo por lo que allí se decía tomé el libro de Quino, “¡Yo no fui!”, abierto sobre la mesa. En la página seis un tipo nos miraba con cara de fiasco. Chorreado sobre el sillón, frente al televisor y con un periódico desplegado tirado en el suelo, nos decía: A mi lo que me asusta es como nos estamos pareciendo a lo que no queríamos. Era el dibujo de lo que acababa de leer.
La autora del artículo, utilizando el ardid de la tercera persona para eludir esa autoría, hablaba del problema de las universidades en paro. De sus muchas y terminantes afirmaciones sólo comentaré tres, y lo haré (claro) sin los pertrechos que todos los investigadores, como ella, portan.
1ª afirmación: El problema de fondo de las universidades es el mismo del país: la tragedia de una sociedad dividida. Se quiere imponer un modelo… que la mitad del país no quiere… Al leer esto revisé la parte de la población votante que respaldó a los anteriores ocho presidentes de la derecha, los que impusieron el capitalismo expoliador. Los investigadores lo sabrán hacer mejor, pero, les adelanto que el promedio da 43%.
2ª afirmación: los jubilados están movilizados (muchos de las luchas revolucionarias de los sesenta y setenta, y por tanto más de izquierda que los que ahora pretenden ser “revolucionarios”)… Traté de recordar algunos de ellos, pero, tenía aún grabada la imagen del profesor Manuel Caballero, en el 2001, pidiendo por Globovisión la intervención policial para sacar a unos estudiantes del Rectorado.
3ª afirmación: la mayoría de la inteligencia está marginada de esta “revolución”… No se cómo se puede corroborar tal cosa, pero se me ocurrió revisar el puesto que ocupa la UCV, la de las sombras actuales, en la distinción académica mundial. Pareciera que la inteligencia también se fue de allí.