Entre praxis, arte y ciencia o campo de estudio, la ética, podríamos afirmar, es un conjunto de acciones concretas en búsqueda de “vivir bien” y obtener la felicidad, que pueden ser valoradas como buenas o malas. La ética, deriva del término griego éthos que designa las conductas, los comportamientos y formas de vida de los individuos en su grupo social. La ética parte de la concepción de mundo que se tenga y sobre los principios o valores que sostienen esa concepción, definiendo así la bondad o la maldad de lo que se hace.
En el caso de la Ética Política, el campo de definición es el mismo que he dado, circunscrito a la acción del poder. Lo difícil de la Ética Política es, como en general en la ética, definir que es lo bueno y lo malo. Es aquí donde el campo de la Conciencia Política (mal llamada ideología) define las posturas. Cuando hablamos de la Ética Política Socialista, lo bueno es lo que beneficia de manera trascendente al colectivo, mientras que para la Ética Política Liberal lo fundamental de cualquier acción es que beneficie lo individual de manera trascendente.
Cuando el gobierno de Nicolás Maduro junto a Diosdado Cabello y todo su equipo de gobierno levanta la bandera de la lucha contra la corrupción y por el rescate de la Ética Política, genera una profunda desestabilización en la dirigencia de la oposición venezolana y sectores a lo interno del proceso revolucionario: los verdaderos 5ta columnas, y aún peor, cuando esta bandera se convierte en acciones concretas, poniendo a los propios como el objetivo primario en la lucha, logrando iniciar procesos judiciales, imputaciones y detenciones numerosas en el seno de la Administración Pública central y descentralizada, a la oposición no le queda más que aplicar el refrán popular: "Cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo".
Sin embargo, la Ética Política opositora, conducida por los intereses individuales de sus dirigentes, lo que ha logrado es unir a todo su alto mando en la defensa de cada uno de los casos que han sido señalados de corrupción de la MUD. En ningún caso, léase bien, en absolutamente ninguno, se ha reconocido la necesidad de investigar, y mucho menos se ha reconocido la necesidad de ser sansionado si se llega a evidenciar y comprobar la acción cuestionada. La solidaridad inmediata, sólo por ser opositores, llega a un nivel de desfachates, que incluso ha generado un fuerte rechazo en sus propias bases.
Sin embargo, lo peor del caso es que hasta ahora, durante el período de gobierno del Presidente Maduro, ni un sólo detenido por casos de corrupción ha sido de funcionarios o actores políticos de oposición, a pesar de las reiteradas denuncias que se han hecho públicas y notorias, siendo las de mayor repercusión mediática aquellas hechas desde la Asamblea Nacional.
La Ética Política Liberal actúa, sólo cuando una acción atenta contra el sistema que facilita el individualismo exacerbado. Por ello, a la dirigencia opositora nunca le ha importando si se dilapidan los recursos públicos, lo que más le importa es que existan acciones conducentes a luchar contra el individualismo y el egoismo, por ello arremeten de manera salvaje, tratando de persuadir a la mayoría de que los señalados de corruptos son víctimas del "régimen", ya que la corrupción para ellos es un asunto de conveniencia en la preservación del sistema capitalista.
Con esto no pretendo obviar que dentro del sector que se define socialista, la corrupción existe, y seguramente es mucho más de lo que se ve o se logra denunciar. El país sigue esperando una sanción ejemplarizante en los más altos niveles, pero sin duda es un gran avance no sólo que se discuta el tema, sino que haya acciones concretas que demuestran la voluntad por una lucha que la Ética Política Liberal de la dirigencia de la MUD jamás entenderá. Queda en manos en manos de las bases opositoras definir el correcto rumbo de este sector político en el marco de una lucha que a todas luces favorece a la nación completa, incluso en contra de su dirigencia.
