¿Qué quiere esa gente?

El simulacro realizado por Consejo Nacional Electoral, CNE, el domingo 19 del presente mes fue respondido afirmativamente por el PSUV y demás partidos integrantes del Gran Polo Patriótico. Nuestra militancia, alegre y entusiasmada, como siempre, se preparó y asistió ese día a los centros electorales seleccionados para esta prueba que sirve para poner a tono el dispositivo del CNE y para que los partidos ensayaran su movilización y logística.

Se trata de mecanismos que prevé el órgano electoral en su plan, en este caso, para las elecciones municipales del 8 de diciembre. Así lo entiende la dirección y militancia del PSUV y cualquiera organización partidista que se mueve el campo democrático y constitucional.

Ocurre que los sectores de oposición le dieron poca o nula importancia a este evento. Tal desentendimiento no es novedoso ni casual. Ya saben ustedes que el candidato perdedor y quien ni se asoma por el estado Miranda, donde es gobernador, hasta ahora se niega a reconocer a Nicolás Maduro, como Presidente de la República.

Ni hablar lo que él y sus seguidores han dicho del CNE. Para ellos todo lo que hace esta institución huele a fraude. Tanto es así que lo cantan a cada rato. No ha habido una elección que ellos, por cualquier motivo, no hayan cuestionado. Afirman y reafirman no confiar ni creer en el CNE. Entonces uno se pregunta: ¿Por qué siguen participando en elecciones? ¿Por qué inscribieron candidatos y candidatas para las elecciones del 8-D, a sabiendas de no confiar en el organismo y considerarlo fraudulento?

Ante todo lo que vienen haciendo para desestabilizar el país, insistimos: ¿Qué es lo que realmente quiere esta gente? ¿Hasta dónde quieren llegar?

No es necesario seguir haciéndonos más preguntas. Esta oposición que está frente a nosotros se ha confabulado, de la manera más ruin, con los enemigos extranjeros para provocar un baño de sangre en nuestro país. Lograr el poder, cueste lo que cueste y pasando por encima de quien sea, a cualquier precio. Ya lo han intentado en varias ocasiones.

Este bien llamado círculo de la muerte ha prometido acabar con la institucionalidad antes del 8-D. Planearon un octubre rojo. Entre sabotajes de todo tipo, guerra económica, sicológica y mediática tienen como meta intimidar a la población. Lo que ellos no saben es que “tigre no come tigre. Y si lo come, lo vomita”.

Creyeron que la muerte de Chávez era el final de la Revolución Bolivariana y se han encontrado con un Presidente duro de roer. Si creen que aquí hay un pueblo y gobierno pendejos, están muy equivocados. Salir de la Revolución Bolivariana y arrebatarle al pueblo sus conquistas no será fácil. ¡Nada de pelar mandarinas! Por ello, en este contexto la Ley Habilitante se convierte hoy en una herramienta urgente, para enfrentar en el marco constitucional a una derecha que en su desesperación por el poder no cree en Constitución ni en democracia.


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Juan Azocar


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