“Con mi ideología no te metas”, grita desaforado, ametralladora mediática en manos, Luis Vicente de León, especie de celoso cancerbero de la derecha fascista en su cruzada contra los nuevos textos escolares distribuidos gratuitamente por el Gobierno Bolivariano, por considerarlos difusores del pensamiento político de Hugo Chávez Frías.
Se deduce de lo antes escrito, que de recuperar la derecha fascista el poder en Venezuela, Luis Vicente de León se sentiría muy a gusto en las funciones que en tiempos de la Inquisición, desempeñó con el mayor de los placeres, el dominico Tomás de Torquemada.
Lo decimos porque así Luis Vicente de León podría darse el placer de llevar a una misma hoguera, si es su gusto, o a muchas piras, tanto los textos escolares que califica de “ideologizantes”, como a sus autores y, de paso, los cientos de libros editados dentro y fuera del país en torno a la figura de Chávez.
Luis Vicente de León forma parte de los cruzados mediáticos que tras haber fracasado en el empeño de matar políticamente a Chávez, les causa pesadilla que después de muerto, el pensamiento del comandante invicto persista y de frutos; de allí que no cejan en atacarlo con la misma saña que en vida.
Forma parte Luis Vicente de León, al mismo tiempo, de la gama de sabiondos que desde 1498, cuando Cristóbal Colón pisa tierra hoy venezolana, han vivido postrados, sin un ápice de vergüenza ni de reacción crítica, ante una historiografía tramposa y embustera direccionada, esa sí, por la derecha más reaccionaria, a ideologizarnos para la sumisión, ayer al imperio español, y luego al estadounidense.
O sea, a Luis Vicente de León le parece correcta la ideologización que a lo largo de más de 500 años hemos sido sometidos, proceso que cuando íbamos por un poco más de los 300, llevó al Libertador Simón Bolívar a advertir que nos habían sometido más por el engaño que por la fuerza.
Le duele a Luis Vicente de León que, a la par del pensamiento crítico que se ha abierto paso en Venezuela en los últimos tiempos, los textos escolares resalten acontecimientos y personajes que la historiografía clásica se había ocupado de ocultar o de tergiversar, para magnificar los hechos de los conquistadores y colonizadores.
Le duele a Luis Vicente de León que los nuevos textos escolares bajen del pedestal a Cristóbal Colón, por siglos tenido como el “descubridor” de nuestro país, y coloquen en el merecido lugar a Guaicaipuro, líder de la resistencia indígena contra el rapaz y criminal invasor europeo.
Le duele a Luis Vicente de León y a quienes lo secundan en el esfuerzo por “desmoronar” la historia, que los niños y las niñas conozcan al Ezequiel Zamora auténtico, y no al iletrado y criminal personaje que la burguesía criolla se empeño en modelar alrededor de la figura del General del Pueblo Soberano.
Le duele en el alma a Luis Vicente de León y a sus socios mediáticos, que un mestizo de Sabaneta de Barinas, en su niñez veguero y vendedor de arañas –léase dulce casero- y su equipo de gobierno, echaran por tierra los catastróficos vaticinios de Datanalisis, y nuestro país, lejos de hundirse por no aceptar las recetas del Fondo Monetario Internacional, sigue transitando, no obstante las guarimbas, los sabotajes y la guerra económica, la vía del socialismo.
Le duela a Luis Vicente León y a los suyos que más temprano que tarde la auténtica historia de la IV República la esté comenzando a escribir el pueblo llano, y no los negociantes de la historiografía tradicional y de la politiquería burguesa, o sea, aquellos que quisieron hacer de Rómulo Betancourt, -el del “disparar primero y averiguar después”- el “padre de la democracia”, y de Raúl Leoni, -el de la tenebrosa figura de los “desaparecidos”- el “Presidente bueno”.
Le duele a Luis Vicente de León que la falsa nacionalización de la industria petrolera fuera puesta al descubierto por Hugo Chávez Frías, y que Carlos Andrés Pérez, desenmascarado, pasara a la historia como un simple peón del ajedrez del Fondo Monetario Internacional y sumiso ejecutor de las medidas de ajuste económico que dieron origen a “El caracazo”,
Le duele a Luis Vicente de León y a sus panas que los niños y las niñas venezolanas ahora sepan quiénes fueron Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, Andrés Bello, Antonio José de Sucre y otros tantos de nuestros próceres civiles y militares invisibilizados ex profeso por la historiografía burguesa para abrirle paso en la conciencia infantil a Superman y demás “héroes” de ficción de factura Made in Usa.
Le duele a Luis Vicente de León y a quienes como él adoran al dios dólar, que a los niños y a las niñas de nuestro país se les siembre un concepto de patria distinto al que en la actualidad induce a cientos de venezolanas y de venezolanas alienadas y alienados, a invertir en el Estado de Florida lo que se niegan a invertir en Venezuela.