El discurso de Raúl con motivo de los 55 años del triunfo de la Revolución Cubana, no tiene desperdicios, y sería ingenuo no percibir en las palabras del presidente de la heroica isla caribeña, la influencia de la sabiduría y de la experiencia de su hermano Fidel, líder fundamental de ese proceso liberador del vasallaje estadounidense.
Hablamos de un discurso que tiene mucho de enseñanza para nuestro proceso revolucionario, no ya en cuanto a los peligros de la restauración del neocolonialismo -que es el caso de Cuba- sino en lo que tiene que ver con la existencia -que es el caso de Venezuela- de más de cuatro millones de venezolanos y de venezolanas de origen humilde que sufragan por la derecha fascista.
Ya años atrás, Fidel advertía a Chávez que en Venezuela no hay cuatro millones de oligarcas, y es la verdad, pero no es menos cierto que al calor de la riqueza petrolera y de permanentes campañas mediáticas consumistas, en nuestro país se ha formado –y continúa creciendo- una clase media que no es tal, pero que se sienta atraída por los antivalores de la burguesía, y a la cual, lastimosamente, no escapan beneficiados y beneficiadas por las políticas sociales y económicas del Gobierno Bolivariano.
Y decimos que no es tal –léase clase media- porque está integrada mayoritariamente por familias que económicamente no aguantan, sin salir a hipotecar la casa o los automóviles, una semana en la sala de terapia intensiva de una clínica privada, pero que aún así se creen burgueses de uña en el rabo y hasta se dan el tupé de negar su origen humilde.
¿Cuál es el problema?
Ocurre que de un tiempo a esta parte -salvo casos excepcionales- quienes en Venezuela obtienen un título universitario, o tienen éxito en determinada actividad profesional, creen haber dado un salto sin garrocha que los catapulta a los predios de la burguesía, por lo que nada quieren saber de su origen, y lo primero que hacen, para diferenciarse, es mudarse a urbanizaciones de clase media, aunque para hacerlo tengan que endeudarse hasta lo coronilla y hasta dejar de comer completo.
A lo anteriormente señalado se suma algo más grave, y es que en un país en el que la meta de los más es llegar a ser clase media, cada día hay mayor resistencia al trabajo manual, e incluso menosprecio hacia las profesiones técnicas, ya que familia que no tiene un hijo “doctor”, es vista con la indiferencia de gallina que mira sal; de allí que en Venezuela se hable de millones de desempleados, pero si alguien requiere de los servicios de un plomero, o de un carpintero, se le dificulta hallarlo.
Gracias a la agricultura, tenemos lo que se ha dado en llamar civilización, pero aún así, en Venezuela a la actividad del campo se le tiene como indigna, quizás porque muchos ignoran que en tiempos no tan remotos, a la medicina se le asignó, en nuestro país, la misma despectiva categoría.
Y a propósito de médicos, duele ver cómo profesionales de origen humilde formados en la Universidad Bolivariana de Venezuela, militan activamente en la derecha fascista, y más todavía, que un alto porcentaje de los profesores de esta casa de estudios, no ocultan su antichavismo.
La advertencia de Raúl gira en la órbita de un peligro que por distintas vías, llega a Cuba procedente de los Estados Unidos y de otros países opuestos al socialismo, direccionado a las mentes ideológicamente más débiles, caso que igualmente se da en Venezuela, país sometido a una campaña mediática alienante de carácter permanente, pero con el agravante que aquí, en buena medida, el enemigo está en capacidad de actuar con mayor efectividad impunidad, pues ha logrado consolidar una masa de millones de electores que a conciencia o “sin querer queriendo”, cumple la función de quinta columna del sistema capitalista.
Como en casos anteriores, tras las elecciones municipales se ha expandido por los cuatro vientos una nube triunfalista que amenaza con llevar al Partido Socialista Unido de Venezuela al reencuentro con los errores y omisiones de anteriores comicios. Y es que se pierde de vista que si bien es verdad que el chavismo mantiene su vigencia, no es menos cierto que millones de hombres y mujeres que nada tienen que buscar en la derecha fascista, se mantienen en ese lado de la acera.
Sólo a la luz de la falta de trabajo ideológico por parte del Partido Socialista Unido de Venezuela, se explica que no obstante las políticas sociales y económicas del Gobierno Bolivariano, no menos de dos millones de pobres, sigan votando por la derecha fascista ¿Cómo explican esa conducta electoral médicos, médicas y docentes formados por la Universidad Bolivariana de Venezuela?