Afloran diferencias entre factores políticos de oposición agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática -MUD-. Unos convocan, públicamente, a la desestabilización institucional con manifestaciones que propicien violencia callejera. Otros pretenden disimular sus intenciones antidemocráticas y siguen confiando en los resultados de la “guerra económica”. Los más recatados buscan un dialogo desestabilizador con asesoría norteamericana. Todos pretenden frenar el proceso de cambios políticos y transformación social para restaurar el agotado modelo neoliberal. Todos buscan atajos antidemocráticos. No hay división, son grietas en una frágil unidad sin apoyo popular.
Leopoldo López, María Machado y Diego Arria, como expresión del extremismo antichavista, convocan a “guarimbas” (violencia callejera) combinadas con asambleas donde explican su necesidad inmediata de salir del gobierno de Nicolás Maduro sin esperar las próximas elecciones, ni difíciles revocatorios. No aguantan otra derrota, ni están dispuestos a esperar tanto tiempo, prefieren los atajos violentos. María Machado divulgó un artículo de prensa (“El Universal; sábado 08/02/2014) intitulado “No podemos esperar” donde concluye convocando a la confrontación violenta como único camino para derrocar la Revolución Bolivariana y restaurar el modelo neoliberal.
Este grupo aglutina factores de extrema derecha, empresarios inescrupulosos y personajes vinculados a grupos de izquierda que han degenerado en medio de un contradictorio pragmatismo. El 07 de diciembre de 2013, algunos de ellos, suscribieron un comunicado público planteando la convocatoria a una Asamblea Constituyente. La contundente derrota del 08 de diciembre (un día después) aceleró su desesperación y ahora prefieren incendiar el país.
Ramón Guillermo Aveledo con apoyo de Primero Justicia y COPEI apuesta a la desestabilización económica que provoque descontento popular y desconfianza en el gobierno. Junto con Capriles, marcan (aparente) distancia del extremismo y prefieren confiar en una eventual profundización de la “guerra económica” que despeje los atajos donde coincidirán con las acciones de Leopoldo López y sus congéneres. Aveledo mantiene estrechas relaciones con poderosos grupos económicos y, como representante de la MUD, recibe instrucciones y canaliza el apoyo financiero norteamericano. Allí está la razón del apresurado viaje de Capriles a EEUU.
Antonio Ledezma, con su intrascendente ambigüedad política, busca aglutinar sectores vinculados a la desvencijada socialdemocracia para acumular una fuerza que le permita transitar cualquier atajo antidemocrático que le brinde las circunstancias y al mismo tiempo prepararse para las elecciones parlamentarias del 2015. Su inconsistencia y oportunismo encuentran eco en minúsculos factores políticos. Un día aplaude a Leopoldo López y el otro celebra a Capriles sin mayores consideraciones.
Hoy, la MUD está reducida a grupos concéntricos que se unifican en el objetivo común de destruir la Revolución Bolivariana. Su debate público es el fiel reflejo de una alianza sin sustento ideológico, un mosaico de intereses financieros. No hay división, son simples grietas. Solo la fuerza reunificada del chavismo, el avance del gobierno nacional con la aplicación del Plan de la Patria en armonía con el poder popular y la toma de decisiones que destierren la impunidad pueden cerrarle el paso a los desestabilizadores y provocar verdaderas contradicciones en la oposición hasta desencadenar su próxima derrota.
Sea cual sea la dinámica de los acontecimientos, debemos tener claro que en la oposición no están dispuestos a esperar el año 2019, insistirán en buscar los atajos antidemocráticos. Tropezarán con un pueblo que no retrocede y luchará hasta derrotar a los enemigos de la Patria aunque siga reclamando una verdadera revolución dentro de la revolución…