¿Por qué insistir en la paz?

          Hay muchos motivos para recordar todos los días y en cualquier  circunstancia al Presidente Chávez. Su intuición del devenir del país ante la existencia de una oposición escasamente moderada en su accionar político y muy dada a la aventura, dejándose llevar por las encomiendas y  dictados, les permitían afirmar muy certeramente al Comandante Eterno que efectivamente su permanencia en el gobierno se convertía, muy a pesar de lo que creyera la oposición, en garantía de  tranquilidad y paz para nuestro país.

        Bien, no quisieron creerle. Se burlaron y descalificaron hasta más no poder. Aquel Chávez, que luego dijo que no sería el mismo  del 2002,  prácticamente los perdonó horas después del golpe de ese mismo año. Todos recuerdan aquella imagen de nuestro Presidente con un crucifijo levantado por sus manos, jurando  y rogando  por la paz del país.

      A los pocos meses,  aquellos perdonados, que son los mismos que hoy pretenden incendiar el país,  arremetían con un paro petrolero en el pleno corazón de las festividades navideñas.  Lo que vino en los meses y años posteriores ha sido parte del mismo recetario.  Como dice el dicho popular, no han tenido paz con la miseria. Se han ensañado de manera vil en contra del país y en contra de la misma Revolución Bolivariana.

        El condicionamiento, el engaño continuado, la sumisión, la locura, el desenfreno, el odio, entre otros componentes, han desembocado en una disociación que ellos desearían convertir en  epidemia social. No lo dudemos, en esta gente hay un gravísimo problema de salud mental. Desde el  desesperado Chávez vete ya al Maduro vete ya,  no hay diferencias de comportamientos. Es el mismo perfil sicosocial. La misma desesperación. Es el mismo delirio que consume la personalidad y frena la socialización sana,  para dar paso a claros síntomas de locura.

        Ante todo este cuadro, delicado al fin porque se trata de compatriotas que en su afán de poder  cometen delitos y  han escogido el camino anticonstitucional, el gobierno que preside el compatriota Nicolás Maduro insiste por los cuatro vientos  en levantar las banderas de la reconciliación. 

       El acercamiento, el diálogo, el respeto a los derechos humanos, el apego a la Constitución, la convivencia y la necesidad de construir un país en tranquilidad  son mensajes que no encuentran receptividad en la oposición que hoy existe en el país.

       Por encima de tales incomprensiones y a pesar, muy a pesar, de  las acciones violentas  de  una parte de la oposición y el comportamiento sumiso y callado de la otra parte, el  Presidente  Nicolás Maduro  insiste en  esta inminente necesidad. Buscar la paz. Única vía  para seguir avanzado en la derrota definitiva de la oprobiosa herencia social. ¡Estamos contigo Nicolás!



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Juan Azocar


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