Los muchachos que hoy son universitarios se criaron bajo este régimen. En sus libros de texto no aparece la historia cruenta de la Venezuela cuartorrepublicana, ni tampoco les cuenta el pavor de los regímenes dictatoriales que padeció América Latina. Saben de libertad porque la han disfrutado, han expresado a sus anchas sus opiniones, porque incluso han tenido el privilegio, con el que no contamos otros, de que sus manifestaciones sean cubiertas con cámaras y replicadas internacionalmente. Ellos se han levantado bajo un ambiente de odio al chavismo.
Escuchamos al padre de Bassil reclamar ante el Hospital Vargas que allí no había ningún dirigente de la MUD. Ese señor, probablemente opositor, está consciente de que su hijo fue conducido a un callejón sin salida. En la noche, otro muchacho, que casualmente había cargado el cuerpo de Bassil, de nombre Robert, corrió con la misma suerte. Era un activo participante en ese vertedero de rabia fascista que se llama Noticiero Digital. El muchacho había tuiteado que estaba luchando por su país. Estamos seguras de que ambos creían estar haciendo lo correcto.
De otro lado, Juancho, un luchador social del 23 de Enero, al parecer acudió a las proximidades a intentar impedir lo que parecía un hecho, evitar que los jóvenes, ya concluido su objetivo de llegar a la Fiscalía, quisieran avanzar al mismo destino que El Nacional de hace doce años había pronosticado: la batalla final será en Miraflores. Otra bala lo detuvo a él también.
Hay responsabilidades obvias, que vienen anunciando sus intenciones desde hace semanas: no cesarían hasta que salga Maduro. La violencia y la destrucción revelan un fondo mucho más oscuro. Una pancarta en El Cafetal decía “si estás harto de este gobierno, sal a la calle”. Así de simple, tres personas murieron, porque algunos están hartos de esta democracia y quieren tumbarla. Detrás de todo esto hay mucho más que lo obvio y el Gobierno tiene que decirlo. Mientras tanto, padres, deténganse a pensar y resguarden a sus hijos, no permitan que los utilicen y los arrojen al vacío para provocar una intervención extranjera. Recuerden que la patria tiene dolientes en los dos bandos.